Un ejercicio de supervivencia

José M. Fernández PUNTO Y COMA

DEPORTES

23 may 2016 . Actualizado a las 08:20 h.

Tener más tiempo para preparar una final no es sinónimo de hacerlo mejor. Quizá al Barça le faltó la tensión competitiva que de la que va sobrado el Sevilla. No estaba de vacaciones el conjunto catalán, pero estuvo lejos del equipo intenso y seguro de si mismo que exhibió durante buena parte de la temporada. Solo así se explica que la jugada más vieja del mundo, esa que practican una y otra vez hasta la extenuación en Inglaterra sirva para desequilibrar a todo un campeón de Liga. Iborra se adelantó a Piqué y Gameiro le ganó la carrera a un Mascherano al que se le vieron todas las costuras, esas que no puede suplir ni con sabiduría ni con colocación. Ahí, en un simple detalle, debió de ganar la final el Sevilla Y arrancó la que parecía derrota del Barcelona.

Durante buena parte del partido nos reencontramos ?buen momento, a unos días de comenzar la Eurocopa? con el mejor Piqué de los últimos años y con el viejo repartidor de caramelos, con el Iniesta más sensible y cercano a aquel centrocampista que tanto asombró a Rijkaard. Ellos sostuvieron a su equipo. Como si le hubiera esfumado el fútbol tras conquistar la Liga, al Barcelona no le quedó otro remedio que vivir la final desde el sufrimiento. Pero Unai Emery no lo entendió así y trató a su rival como si se tratara de un boxeador tocado, confió más en el físico que en el fútbol y se encontró con la penitencia en el tramo final, en una falta de Banega que le dejó también con diez. Antes, le había alfombrado el camino a Neymar al retirar a Mariano. Ahí comenzó a perder la final el Sevilla. Ahí la ganó un Barcelona que se aferró al partido con un hombre menos y que remató cuando todo se igualó.