Máquinas perfectas, pilotos humanos

Toni Silva LA LETRA PEQUEÑA

DEPORTES

16 may 2016 . Actualizado a las 16:40 h.

Debió Hamilton retar las leyes de la Física e intentar pasar por un hueco más estrecho que su monoplaza¿ ¿Debió Rosberg deshacer su trayectoria tan abruptamente para impedir el progreso de su compañero? Si ambos hubieran renunciado a sendas acciones, hoy Verstappen no sería el piloto más joven en ganar en la fórmula 1.

La ventaja de Mercedes es tan superlativa que ellos mismos son su propio enemigo. Más que la máquina, el piloto. Porque el extraordinario motor alemán, o la perfecta aerodinámica del coche ganador se mueve por normas ajenas a la ansiedad, la precipitación, la debilidad, el estrés, la decepción, o la sensación de fracaso que sí se cuela bajo el casco del piloto. Hamilton, tricampeón del mundo -dos veces con Mercedes- está viendo cómo Nico Rosberg le ha ganado las últimas siete carreras, e iba camino de la octava tras chulearle la primera posición en los primeros metros de Montmeló. Mercedes solo falla cuando Hamilton y Rosberg pierden su condición de máquinas y se hacen tan humanos como los que les observan desde la grada.

Sorprende la tensión entre ambos apenas transcurrido el prólogo de la temporada, pero no son las primeras chispas entre ambos pilotos pero sí las de consecuencias más graves por el doble abandono en un circuito llamado a machacar a los rivales. Hamilton ya abandonó en Bélgica 2014 por un pinchazo provocado por Rosberg. El alemán se quejó un año después en China de poner en riesgo su segundo puesto con una lentitud artificial para que Vettel le diera caza. O la agresiva maniobra de Lewis en Estados Unidos 2015 que casi expulsa a su compañero fuera de la pista.

Pero todo esto que perjudica a Mercedes, ¿no es acaso la salsa de una competición que el dominio de Mercedes hace anodina?