La supremacía y una incógnita

Antón Bruquetas EL OJO DE HALCÓN

DEPORTES

15 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un título siempre es sinónimo de éxito y especialmente si se trata de la Liga, que recompensa un valor supremo del deporte y de la vida: la constancia. En una carrera de fondo siempre gana el mejor. No hay lugar a debate. Ni siquiera cuando el alirón se canta por un cuerpo de ventaja. Con la de ayer, el Barça ha conquistado seis en la última década. Dobla en este período a su eterno rival, lo que confirma su supremacía en el fútbol español. Por el lado, de las estadísticas, el campeonato no encierra una sola tacha. Ni siquiera a la forma de cerrarlo se le puede poner un pero. Manejó la presión con la templanza de un auténtico campeón. Ejecutó un esprint repleto de puntos. Y si alguien esperaba que en Los Cármenes le iba a temblar el pulso, Luis Suárez tardó veinte minutos en enseñar el colmillo. El uruguayo tampoco ha dejado lugar a la discusión. Sus números no solo parecen un escándalo, lo son. No hay un nueve como él en todo el planeta. Le basta media ocasión para marcar un par de goles.

Agarrado a su puntería empezó el Barça el curso y así lo lacró -a falta de la final de Copa del Rey- ayer. Entre medias, más bien hacia los tres cuartos de temporada, una gran incógnita sobre la que todavía nadie ha encontrado una explicación razonable. Ni Luis Enrique, ni la plantilla, ni el club han logrado descifrar por qué el Barça se desmayó después del clásico del Camp Nou. Incomprensiblemente, cuando tenía noqueado a su adversario de siempre, lo dejó levantarse. Y en esos días de zozobra, en los que el exuberante Neymar del inicio de año se fue difuminando, el Barça vio alejarse el billete hacia otra final de Champions, donde un batallón con los recursos que hoy cohabitan en el vestuario azulgrana debe estar sí o sí. Esa manera de caerse, de repente, sin un mal aparente, es lo único que añade incertidumbre al futuro de un bloque que supura talento por los cuatro costados. En pocas alineaciones de la historia se ha reunido una colección de estrellas como la que lidera Messi. Da la sensación que su única frontera son ellos mismos.