Blindados para volar sobre el asfalto

Antón Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Alejandro López-Benito

Los coches de ralis tienen medidas de seguridad extremas que permiten a los pilotos pisar a fondo

20 abr 2016 . Actualizado a las 18:36 h.

«Es extraño, pero todavía perdura en mucha gente la idea de que los que participamos en los ralis somos una panda de locos que nos lanzamos por la carretera sin control». Quien habla es Miguel Vilas, uno de los rostros más conocidos en el mundo del motor en Galicia, no en vano lleva 25 años ejerciendo como copiloto o piloto en las principales pruebas del calendario autonómico, las mismas pruebas que reúnen a miles de espectadores para ver cómo se derrota al tiempo en cada palmo de asfalto. «Pero -continúa-, ni mucho menos, tanto lo que implica la organización de cada carrera como las medidas de seguridad que rodean a los deportistas están pensados a conciencia». En este sentido, «hay una gran diferencia entre un coche de calle y uno de competición: en este último, el escenario de que haya un accidente se ha evaluado hasta el mínimo detalle». Estos coches están blindados para correr, para que los pilotos puedan pisar a fondo.

Y esas medidas comienzan por el chasis. Se refuerza en distintos puntos para que sea más rígido. «El objetivo es doble: por un lado, aumentar las prestaciones, porque la gran potencia que desarrollan estos coches provocan microtorsiones en su estructura y los hace más difíciles de manejar; y, por el otro, incrementar la resistencia del habitáculo en el caso de una colisión», indica Vilas.

Pero no solo los refuerzos en el chasis evitan que el espacio del piloto y copiloto quede intacto aunque se produzca un vuelco. Van equipados con unos arcos de acero de seguridad -son las popularmente conocidas como barras antivuelco, aunque no evitan el vuelco, sino que sirven para protegerse contra él-. «Me salvaron la vida -recuerda Miguel Vilas- en unas cuantas ocasiones. En el 92 durante un test privado en Arteixo tuvimos un accidente terrible y en las zonas donde el coche no tenía barras, el techo acabó pegado al suelo... cuando lo ves, impresiona, porque te imaginas cómo habrías acabado tú si el habitáculo no hubiese sido indeformable... luego tuve otro susto en el 93 y otro en el 97... son golpes muy fuertes, que dejan huella».

El fuego, un enemigo voraz

De todos modos, el accidente que más impresionó a Miguel Vilas en su cuarto de siglo en los ralis gallegos fue el que sufrió Estrella Castrillón en el Rías Baixas de 1991. «Se dieron todas las circunstancias para que el fuego acabase provocando lesiones a Estrella», recalca. La mítica copiloto de Germán Castrillón permaneció veinte días ingresada en la unidad de quemados. Pero no es sencillo que un coche acabe envuelto en llamas. «Van equipados con un sistema antiincendios que se acciona desde la consola y cuyo mecanismo es sencillo: un extintor fijo, instalado normalmente en la parte baja del coche y hacia la zona del copiloto, está conectado con las partes más sensibles de sufrir un incendio a través de canalizaciones. Una vez accionado el dispositivo el líquido del extintor se distribuye por las canalizaciones y unos aspersores que lo acaban pulverizando para detener el fuego», destaca Vilas, que resalta que los vehículos deben tener también instalado un cortacorrientes -para evitar que una chispa prenda algún líquido que se haya derramado durante el choque como la valvulina- y la posibilidad de que ambos se activen desde el exterior.

«Por todo lo que llevamos, podemos correr con seguridad».