Chuck Blazer, la «garganta profunda» del FIFA-Gate

EFE

DEPORTES

KAI PFAFFENBACH

Después de ser detenido para aclarar su escandalosa fortuna no dudó en colaborar con la Justicia para salvarse de la cárcel y destapar el mayor escándalo de la FIFA

24 feb 2016 . Actualizado a las 11:24 h.

Charles Gordon Blazer no pasaba inadvertido. Su gran corpulencia, su poblada barba cana y su ondulada melena hacían que las miradas se detuvieran en esa persona a la que Vladimir Putin encontró parecido con Karl Marx, sin saber que el estadounidense tendría también su peso en la historia. Blazer es el origen de todo. Sin su testimonio ante el juez quizá el escenario sería distinto. Quizá no estaríamos en vísperas de un Congreso Extraordinario en el que la FIFA busca redimirse y quizá Joseph Blatter seguiría como santo y seña de la organización.

Además de presumir de ser el primer estadounidense que entró en el Comité Ejecutivo de la FIFA, Chuck Blazer puede hacerlo de ser el que tiró de la manta, para evitar la cárcel, eso sí, y para inspirar incluso la película que el actor y director Ben Affleck pretende producir. Igual que por su físico, tampoco Blazer pasaba inadvertido por su gran fortuna, motivo por el que empezó a ser investigado en Estados Unidos, donde se habló en su momento de 22 millones de dólares escondidos en sociedades pantalla.

La investigación se inició en el 2011 y dos años después admitió ante el juez que ayudó a arreglar la concesión de los mundiales de Francia 1998 y Sudáfrica 2010, además de varias ediciones de la Copa de Oro, la competición de selecciones nacionales norteamericanas. Años antes, en 1989, Blazer llegó a la CONCACAF (Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Fútbol) agobiado por la deudas y respaldando la candidatura a la presidencia del trinitense Jack Warner, otro imputado por la justicia estadounidense desde el pasado mayo.

Como secretario general de la CONCACAF, Blazer tuvo un papel destacado en el surgimiento del fútbol en Estados Unidos. Contribuyó a la creación y organización de la Copa de Oro, la Copa Confederaciones y el Mundialito de Clubes. A la vez, recibía comisiones que ocultaba en paraísos fiscales y que le valieron el sobrenombre de «Señor Diezporciento». En abril de 2013, una investigación interna de la CONCACAF descubrió que Blazer había desviado fondos de la confederación para costearse dos apartamentos en Manhattan, viviendas de lujo en Miami y las Bahamas y un todoterreno Hummer, con el que movía sus casi 200 kilos de peso corporal.

FABRICE COFFRINI | AFP

Pero tampoco era discreto. Exhibía su lujosa vida en su blog «Viajes con Chuck Blazer y sus amigos». Ahí, se le podía ver en un avión privado con Nelson Mandela, con una Miss Universo o repartiendo apretones de manos a jugadores del Barcelona en la entrega del trofeo del Mundialito de 2011, disputado en Japón. Aprovechando el estatus fiscal de la CONCACAF, consiguió evadir impuestos durante dos décadas, hasta la intervención de la hacienda pública, lo que obligó a su salida de la confederación en 2011. La Comisión de Integridad de la CONCACAF acusó a Blazer y a Jack Warner de malversar al menos de 57 millones de dólares durante el tiempo en que ejercieron como secretario general y presidente, respectivamente.

El Comité de Ética de la FIFA abrió una investigación, pero en mayo de 2013 decidió suspenderla de forma provisional, al menos hasta el final de ese año, principalmente por los problemas de salud del estadounidense. No obstante fue inhabilitado durante noventa días. Después, en diciembre de 2014, cuando Cornel Borbély asumió la presidencia de la cámara de investigación de este órgano levantó aquella suspensión e inició nuevos procedimientos contra Blazer.

El 9 de julio del año pasado, la cámara de resolución del Comité de Ética confirmó su sanción a perpetuidad por incumplir el Código Ético de forma reiterada al participar en actividades ilegales, que incluyeron la oferta, la aceptación y la comisión y recibo de pagos ilegales, comisiones y sobornos. Su inhabilitación, una de las tantas decididas en los últimos meses por la FIFA, y su posición ante la justicia quizá le hayan hecho comprender mejor lo que es una asociación ilícita. Al juez le dijo que es «un grupo de personas que realiza una actividad con un objetivo específico» y el juez le recordó que ese objetivo es «criminal».