La Granja, 12 años antes que Cruyff

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

CESAR QUIAN

El Imperátor marcó un gol ante el Santa Margarita como el del Barcelona al Celta

16 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

1970. Duelo de rivalidad en el viejo campo de La Granja. Un clásico coruñés. Imperátor-Santa Margarita. ¿Dónde está la frontera? Aquel terreno de juego plantado en medio de la Granja Agrícola Experimental del Ministerio de Agricultura en el barrio de Monelos era la catedral del fútbol. Los miles de aficionados que arropaban al deporte modesto tenían el privilegio de presenciar jugadas que nadie más podía ni soñar. Como aquel lanzamiento de penalti.

«Pasaron décadas y continúa siendo la comidilla de las cenas anuales del Imperátor. Y más en la de este año [se celebra este viernes], después de ver un gol igual en el Barcelona-Celta del domingo», recupera Quisco Vázquez Mariño, autor del gol de penalti que después emuló Cruyff en 1982.

Aquella soleada mañana dominical, el cerebro de la jugada y autor del pase desde el punto de penalti fue Pedro Vieites. Aquel virtuoso que jugaba de diez, que era el organizador del equipo y uno de los veteranos, se le acercó al oído al jovenzuelo Quisco y le dijo: «Oye, yo la toco, tú entras y metes el gol, ¿vale?».

Y el Pedro Mosquera de la época, el que mejor resumía el fútbol coruñés, de exposición comedida pero de toque sutil, asintió sin más preguntas. Gol.

Dos coruñeses improvisando un gesto histórico y un compañero de Curtis como testigo de excepción. Andrés Mariño, mediocentro evolucionado a central, lo vio todo.

Ronda los setenta años de edad, como Vieites (Quisco nació en 1950). Los recuerdos son difusos, pero hay detalles que son imposibles de olvidar. «Era toda una novedad. Y lo marcó. Vaya si lo marcó», relata Andrés.

Lo que sucedió después fue similar a lo sucedido en múltiples ocasiones en los campos de Primera División. «No es que a los del Santa Margarita les pareciese mal aquella manera de marcar gol, es que decían que no era legal, así que se montó una trifulca importante que acabó con un par de expulsados», cuenta el ex centrocampista del Imperátor.

«Por aquel entonces, no todos los jugadores se sabían las reglas del fútbol, así que lo normal era que sucediesen este tipo de cosas ante una jugada poco habitual», justifica antes de poner otro ejemplo: «El fútbol pudo dar de comer a Pedro y a Quisco, pero no había tanto conocimiento como hoy. Poco se sabía del juego. No había linieres, y el mismo árbitro pitaba sin ayuda cuatro partidos el mismo día...».

«Cuando vi el gol del Barça pensé: 'No lo inventó Cruyff, en todo caso el fútbol modesto coruñés'», dice.

Anteayer, todos retrocedieron casi medio siglo. Y volvieron sentir el campo de La Granja bajo sus pies. De un lado, el Imperátor de Yanqui, Pedro, Quisco, Celso, Mariño, Rivera, Togores, Puga, Mariñas... Enfrente, el Santa de Lorenzo, Ventureira, Suso Yáñez, Foncho, Lucho, Terry, Diego...

Y volvieron a marcar aquel penalti, del que después en el imaginario popular acabó adueñándose Johan Cruyff doce años después. Pero que todos los que estuvieron en aquel Imperátor-Santa Margarita de La Granja sabían de dónde había salido semejante gol.

«Me importaba poco si valía o no, era llamativo»

Quisco Vázquez era un futbolista atípico. A los veintidós años colgó las botas tras un frustrado fichaje por el Oviedo y guardó para sí mismo toda la calidad que atesoraba con un balón en los pies. «Cuando vi que no podía dedicarme profesionalmente al fútbol, lo dejé. Nunca fue una seducción para mí. Se me daba bien, dicen, pero ni era sacrificado ni tenía mucha caja, el físico no me acompañaba...», revela en una feroz autocrítica.

Antes del adiós, brindó goles como el del campo de La Granja, a pase de Pedro Vieites. «Cuando me lo propuso, sin haberlo hablado antes ni ensayado nunca, me pareció llamativo», recuerda. «La verdad es que me importaba poco si valía o no valía según la normativa, era llamativo y diferente», concluye.

Viendo la televisión el domingo me dije: «Ahora va a haber rollo con este penalti, y resulta que nosotros ya lo tiramos igual cuando estábamos en el Imperátor». Y recordamos ahora uno del año 1957 en Inglaterra...», matiza.

Quizás Pedro Vieites lo había sacado de ahí. O quizás no. Porque el propio cerebro de la trama confesaba ayer a La Voz: «Mi hermano mayor Juanjo, que aquel día era el entrenador ante el Santa Margarita, ya lo había ejecutado así años antes que nosotros, dándole el pase desde el punto de penalti a Pepiño Taboada».