Un dopado es un estafador y como tal hay que tratarlo

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

DEPORTES

06 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El ganador del pasado Tour, Chris Froome, se embolsó por su victoria en la general 450.000 euros, amén de otros premios por diferentes conceptos. En la pasada edición de Roland Garros, Wawrinka se hizo con 1,8 millones por su título, mientras que Djokovic ganó 2,6 en Wimbledon.

En el deporte de alto nivel, vencer es ganar dinero. Aunque lejos de las grandes cifras del deporte espectáculo, los españoles que se hicieron con una medalla de oro en los Juegos de Londres ingresaron 94.000 euros cada uno, en el caso de los deportes individuales, mientras que en los colectivos la cifra se reducía a 50.000. Pero además de ganar o no el premio en metálico, la diferencia entre ser medallista, o no lograr nada, se traduce en becas y en la obtención de patrocinios.

Las cantidades que se mueven en el deporte de élite son ingentes, sin olvidarnos, además, del mundo del juego. Las apuestas online legales relacionadas con el deporte movieron cerca de los tres mil millones en España.

La riada de euros que fluye alrededor de las victorias es el gran estímulo para que algunos caigan en el oscuro y tramposo mundo del dopaje. No deja de ser, pues, una forma más de corrupción.

¿Es extraño entonces que los alemanes hayan aprobado una ley que castigue con cárcel a los deportistas que se dopen? Ni mucho menos. Cada vez que un deportista dopado gana una medalla, un no dopado pierde dinero. Se trata de una estafa y un quebranto económico a terceros en toda regla. Al margen del plano moral (también importantísimo) y de cuestiones de salud pública, quien se dopa estafa a todos sus contrincantes, a los organizadores, a los aficionados y a los patrocinadores. Y tanto en España como en el resto del mundo las estafas están castigadas penalmente, incluso con penas de hasta seis años en el caso de que la cantidad defraudada supere los 50.000 euros, que es muchísimo dinero menos, por ejemplo, que todos los millones que ganó Lance Armstrong a golpe de epo. Por ello, cuando hablamos de deporte de élite, más que protección de la salud, que también, deberíamos tratar el asunto del dopaje, como una forma más de corrupción. Y en este sentido, ¿por qué no las penas de cárcel?