El estirón de César Carballeira

Iván Antelo A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

CESAR QUIAN

El joven gallego de 19 años confiesa que ha sufrido una evolución como jugador para ser ahora uno de los importantes del Liceo

02 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

César Carballeira Domínguez (A Coruña, 1996) lleva años siendo un referente en las categorías inferiores de la selección española de hockey sobre patines. Sin embargo, le faltaba algo para dar el estirón definitivo con el que asentarse en la OK Liga con el primer equipo del Liceo. «No era yo mismo», confiesa el protagonista, que ya durante la pasada temporada dispuso de algunos minutos en el equipo sénior.

El actual Carballeira no es el mismo que el del pasado curso. El joven jugador gallego de 19 años ha madurado y es ya un habitual en las alineaciones de Carlos Gil. El entrenador hispano-argentino lo utilizó en ocho de los nueve encuentros (se perdió uno por disputar el Mundial sub-20) y el coruñés respondió con buenas actuaciones. «He mejorado porque ahora confío más en mí mismo. Yo mismo me veía que jugaba algo agarrotado. Subía de las categorías inferiores y estaba jugando con profesionales, con campeones de muchas cosas. En la élite. No quiero decir con esto que tuviera miedo, pero sí que sentía respeto y eso hacía que no fuera yo mismo. Me faltaba dar un cambio. No tener ansiedad ni nervios cuando salía a jugar. Un cambio mental que ahora creo que sí que he dado. No podía salir y limitarme a pasar bolas. Tenía que jugármelas como siempre hice en las competiciones de base», reconoce.

De menos a más

El propio César se ha dado cuenta del cambio que está experimentando. Incluso dentro del presente campeonato, dibuja una línea ascendente que lo convierten en una de las primeras rotaciones de uno de los mejores equipos del mundo. «Estoy muy contento de poder disputar más minutos e incluso meter algún gol. Pero hay que seguir trabajando duro y mejorar para que esos minutos vayan aumentando y pueda asumir más responsabilidad», explica. «Poco a poco, me veo mejor, creo que voy a más con el paso de las semanas. Hay que tener en cuenta que me incorporé tarde al grupo por el Mundial sub-20, pero con trabajo veo que voy consiguiendo más presencia en el equipo», explica.

El coruñés ha marcado en las dos últimas jornadas de la OK Liga (Vilafranca y Lloret) y este sábado (20 horas) espera repetir buena actuación contra el Calafell, en Riazor. El martes tocará visitar al peligroso Noia.

«Llevo desde los tres años en el Liceo y nunca me he planteado dejarlo»

Lo de Carballeira es además un premio a la fidelidad y a la constancia en la cantera. «Empecé con tres años y aquí sigo. De tres a nueve años es asignatura obligatoria en el colegio Liceo, para potenciar la psicomotricidad. A partir de ahí, el que era mi profesor, Ramón Canalda (histórico portero de los verdiblancos en la década de los noventa) habló con mis padres y les comentó que patinaba muy bien, y que me veía posibilidades para seguir mejorando en este deporte», relata. «Así que fui pasando por las diferentes categorías inferiores del club. Nunca dejé el Liceo ni tampoco tuve intenciones de cambiar», añade.

¿Ni si quiera se pensó irse cedido para coger experiencia en un equipo con menor exigencia para que el salto no fuese tan grande? «Pues no, no se me pasó por la cabeza. No jugaba mucho, es verdad, pero tenía minutos. Si lo piensas fríamente igual sí que podría haber sido una opción, pero nunca me lo llegué a plantear en serio», recalca.

Defensor nato

Carballeira es uno de los tres únicos jugadores coruñeses del primer equipo del Liceo (los otros son el portero suplente Álvaro Sheda y David Torres) y por tanto su éxito todavía es mejor recibido en la afición verdiblanca. Pero, ¿cómo es César como jugador? «Yo soy defensa, no soy goleador, pero cuando se puede hay que animarse a tirar para ayudar al equipo», explica. En la retira de los aficionados queda su gran acción defensiva en la final de la Supercopa contra el Barça, en la que consiguió rebañarle la bola a Marc Gual cuando el crac de los catalanes se dirigía solo y sin portero para sentenciar.