Hablar de fútbol sin hablar de futbolistas, una costumbre ridícula

Raúl Caneda TRIBUNA

DEPORTES

20 nov 2015 . Actualizado a las 16:47 h.

Hablar de un Real Madrid Barcelona es hablar del partido más trascendente en el mundo. Nadie puede hacer sombra a estas marcas deportivas ni en el mercado ni en el campo. No existen  ni bajas formas ni coyunturas poco favorables que puedan eclipsar este duelo, máxime si tenemos en cuenta que desde hace al menos una década ambos cuentan con las mejores plantillas del mundo a mucha distancia de los demás.

Mientras define quién y el perfil de su medio centro, vive el Madrid en un momento de dudas en torno a un dilema  muy tramposo y que a menudo reduce el debate futbolístico a la nada, y más si nos referimos a un gigante de este calado al que no equilibra un sentido del equilibro  tan limitado. Son ese tipo de debates que no existen cuando tienes un fuera de serie como Busquets o Xabi Alonso, jugadores cuya perdida deja un vacío que difícilmente se puede cubrir en los mercados. Futbolistas  únicos.

Necesitado de hacer parecer a su equipo a algunos de los equipos que le hicieron alcanzar  éxito y prestigio mundial como gran táctico, Benítez ha introducido un concepto en forma de jugador que no existió en todo el año pasado. Con Casemiro por delante de la defensa pretende encontrar a esa pieza que evite problemas, pero la disyuntiva es que en un equipo con jugadores de gran calado, lo habitual es preocuparse más de crear problemas al adversario que de evitárselos con apuestas mas precavidas. Si la presencia de Casemiro provoca además  la ausencia de James, el debate está servido. Así  la búsqueda de equilibrio provoca menos desequilibrio o por lo menos impide sumar en el campo a un jugador más capaz de desequilibrar. Es un debate manido que a menudo ha llevado a reduccionismos tan banales como vacíos.

El problema es conceptual y es que considerar que lo que equilibra o arropa a un equipo solo es lo que se pone por delante de la defensa es de una tamaña ridiculez. Eso sería algo así como decir que a Brasil lo equilibra Luiz Gustavo y no Neymar. Y es que lo único importante para funcionar con plenitud, con máximo equilibrio, es conseguir la máxima expresión de cada equipo y, para ello, y en cada ocasión, deberíamos poner nombre y apellido a los protagonistas. Hablar de futbol sin hablar de futbolistas se ha transformado en una costumbre tan ridícula como moderna. Es con nombres propios desde el único lugar donde puede empezar el debate sobre qué resulta más solvente. Si apostar todo a la calidad y sumar a James al once para equilibrarse desequilibrando o si se prefiere una versión más tapada con todo lo bueno y lo malo que Casemiro les trae... una mayor presencia y capacidad de robo, pero una circulación más previsible, además de alejar a Modric y Kroos de un mayor contacto con el balón. Menos despliegue a cambio de posiciones más cerradas. Más allá de estas consideraciones, el Madrid llega en un mal momento anímico, como refleja su falta de combate en Sevilla donde la derrota solo fue menos grave que la manera en que se produjo, sin  resistencia, sin alma. Equilibradamente plano. Por su parte, el Barcelona ya no se parece en nada a aquel que visitó el Bernabéu sin perder en siete partidos consecutivos, algo solo al alcance de un equipo para la historia. Siendo parecido, este Barcelona ha perdido el sentido del control absoluto del balón y del juego, pero sigue manteniendo unos jugadores monstruosos, con una pegada abusiva. Y es que juntar a Iniesta, Neymar y, sobre todo, Messi en un mismo equipo es una atentado para la competencia.

Viene de solventar sin sobresaltos la ausencia del argentino lo cual da medida de la estabilidad futbolística en la que vive instalado el club. Ahí radica la ventaja del Barcelona sobre el Madrid en los últimos años. Lo único que puede desestabilizar a este Barca pueden ser un descontrol en los egos, deudas con Hacienda o accidentes similares, nunca la búsqueda de una identidad. Algo que resultaría una limitación letal para todos menos para el Madrid, el único equipo en el mundo capaz de ganar, y mucho, sin estar bien.