El enorme favor de Usain Bolt al mundo del atletismo

José C. Tuñas DESDE EL TARTÁN

DEPORTES

24 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Posiblemente Usain Bolt no haya sido consciente del enorme favor que le ha hecho al atletismo al imponerse en la final de los 100 m del Mundial de Pekín, ya que sobre el tartán del Nido del Pájaro estaba en juego mucho más que una medalla de oro. Más allá del resultado deportivo, asistimos, como si de una obra de teatro se tratara, a la representación del bien y del mal en una pista de tartán, la victoria del atletismo sobre el dopaje, sobre el juego sucio. Un juego al que echó mano con demasiada frecuencia Gatlin, ahora deportivamente redimido, pero no social ni éticamente. Gatlin era el abanderado del fraude atlético, del todo vale, pero no hay que olvidar que en esa misma final había cuatro atletas con un pasado bañado en episodios de dopaje, una pléyade de tramposos que pasada la treintena hacen marcas de ensueño, pero Bolt tenía el aliento y el empuje de todos los aficionados que quieren y exigen un atletismo limpio, de millones de personas que abogan para que de una vez se ponga fin a una lacra que está dañando y hundiendo a este deporte ante la tibieza y las excusas de mal pagador de ciertos dirigentes deportivos, siempre dispuestos a excusar al tramposo. Bolt no estuvo solo en esta guerra en la final; como una bocanada de aire fresco irrumpieron para regocijo y entusiasmo de los amantes del atletismo dos atletas llamados a liderar la velocidad mundial en los próximos años, y con una puesta de escena digna del mejor escenógrafo aparecieron para compartir la medalla de bronce los jovencísimos Trayvon Bromell y André de Grasse. Los dos representan esa hornada de jóvenes talentos que tienen ante sí el reto, nada sencillo, de devolverle la credibilidad al atletismo que sus antecesores, no todos, se han empeñado en enturbiar.

José Carlos Tuñas es responsable de velocidad de la Federación Gallega de Atletismo.