Bea Gómez: «Mi cardióloga me pone el freno»

Antón Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

VÍTOR MEJUTO

Tras una operación de corazón, viaja hoy a Kazán para participar en el Mundial

26 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante una revisión rutinaria cuando se encontraba concentrada con el equipo nacional en Tenerife, los médicos le encontraron una pequeña cardiopatía congénita que podría perjudicarle en su rendimiento en el futuro. La solución: pasar por el quirófano. Hoy, casi tres meses desde que se sometió a la operación, parte para Kazán (Rusia) para participar en los Mundiales de natación. Su cardióloga le advierte de que la herida no terminará de cicatrizar hasta dentro de un año, pero ella quiere seguir probándose, necesita demostrarse que desplazándose sobre la lámina de agua mantiene la clase que la ha llevado a convertirse en la mejor nadadora gallega de la historia.

-¿Todavía siente las secuelas de la operación?

-Sí, es como una pequeña molestia que ya me han dicho que tardará en desaparecer. La herida no cicatrizará hasta dentro de un año.

-¿Y en qué estado llega al Mundial?

-Antes del Campeonato de España pude empezar a hacer entrenamientos de calidad y los resultados que tuve allí -acabó colgándose tres medallas- me dieron mucho ánimo, vi que podía hacer buenas marcas. Sé que no estoy en las mejores condiciones, pero lo voy a dar todo. Salgo sin presión, pero voy a esforzarme al máximo para hacer un buen papel.

-¿Qué le dice sobre esto su cardióloga?

-Que no me pase [empieza a sonreír]... sabe que soy un poco alocada y me tiene que poner el freno.

-¿No se asustó cuando le dijeron que tendría que pasar por el quirófano?

-Para nada. Me lo pintaron tan bien, me transmitieron tanta calma y me explicaron tan al detalle cómo iba a ser, que no tuve ningún temor. De hecho, quería que fuese cuanto antes para poder volver cuanto antes a los entrenamientos.

-¿Dedicarse a la natación es tan duro como parece desde fuera?

-Es incluso más... [vuelve a reírse] son muchas horas, muchos días viendo la misma línea [la de los azulejos del suelo de la piscina]. Allí estás tú solo y tus pensamientos y no es sencillo controlarlos.

-¿Si no hubiese sido nadadora, a qué se habría dedicado?

-No lo sé. Supongo que seguiría jugando al baloncesto. Me gustaba mucho.

-¿No entiende la vida sin el deporte?

-Sin duda, es una parte importante de lo que soy.

-¿Qué tal lleva su adaptación a Madrid? (a finales del verano pasado decidió dejar Pontevedra para mudarse a la capital y vivir en la residencia Joaquim Blume)

-Genial. Pensé que me iba a costar más... bastante más y ahora hay veces que ya ni me apetece volver a casa, me da algo de pereza.

-Mira que si ahora le escucha su familia...

-Hombre, la familia es lo que más echo de menos... ¡Y la comida! Como en Galicia no se come en ningún lado.

-¿Después de la gesta de Londres, se ve llegando a otros Juegos Olímpicos?

-Es mi objetivo. Quiero volver a disfrutar de una experiencia así.

-El año que viene le tocará apretar de verdad.

-Sí, por eso vi de forma positiva que me hubiesen encontrado lo del corazón en primavera. Me decía: «Si tiene que pasar, que pase ahora. El año que viene es para los Juegos».