Antes nadie pedía nada, ahora todos lo quieren todo

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

DEPORTES

09 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante años, los derechos de televisión fueron vendidos individualmente por cada club por el dinero que sus gestores fueron capaces de conseguir. De esta forma, llegamos a un punto en el que Real Madrid y Barcelona obtenían unas cantidades que llegaban a multiplicar por ocho las que percibían los más pobres, quienes se veían tremendamente limitados en sus negociaciones porque, realmente, a los operadores solo les interesaban de verdad los grandes trasatlánticos.

En varias ocasiones, la Liga intentó alcanzar un acuerdo que impulsara la venta centralizada de esos derechos, lo que redundaría en una mayor cantidad de dinero recaudada. Y, por tanto, en la posibilidad de establecer un reparto más jugoso y a la vez más equitativo. Pero, así lo dijo Tebas en este periódico, los clubes «acabaron a tiros». Fueron incapaces de ponerse de acuerdo en algo de vital trascendencia para su futuro.

Mientras no existía esa comercialización centralizada y cada uno iba a lo suyo, Villar no pidió ni un euro a los clubes en concepto de la presunta titularidad que de esos derechos ostentaba la Federación (así lo dice la FIFA). Lo mismo ha ocurrido con los jugadores, así como con los árbitros y los entrenadores.

Pero ahora, con el tan deseado por todos Real Decreto, resulta que se ha abierto la caja de Pandora. Villar quiere tener voz y voto en la comisión que lo controle, quiere disponer de un porcentaje del dinero y además distribuirlo como a él le venga en gana. Los futbolistas están indignados porque tampoco están en la comisión y quieren otro porcentaje de lo que se gane. Se permiten incluso opinar sobre cómo debe ser el reparto entre Primera y Segunda División. En cuanto a los árbitros y a los entrenadores, pues en realidad no se sabe lo que quieren. Y hasta puede que ni ellos mismo lo sepan, más allá de seguir las indicaciones de Villar.

Y en medio de este lío, aparece la vicepresidenta. A quien le ha faltado un poco de valentía. Porque no todos se han portado igual en esta historia y comportamientos como el de Villar se merecían algo más que un «fútbol es fútbol». La ministra vino a decir que al Gobierno se le pidió un favor, que lo hizo y ahora encima le recriminan cómo lo ha hecho. Advierte a todas las partes que serán ellos los que a partir de ahora deberán ponerse de acuerdo. Que hasta ahí ha llegado el papel del Gobierno.

Lo malo es que, como dijo Tebas, en esto del fútbol son muy dados todos a acabar a tiros, sobre todo cuando de lo que se trata es de repartir dinero o cuotas de poder. Y, más aún si por el medio están la AFE y Villar.