Las chaquetas que nadie vistió

Paulo Alonso Lois
paulo alonso lois REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

EZRA SHAW | AFP

Golf Notables jugadores llegan con cuentas pendientes al Masters de Augusta, donde pujaron con opciones en el pasado a un triunfo que todavía se les niega

08 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Marca la liturgia del Masters que el domingo, cuando el sol empieza a esconderse y la clasificación se aclara, la organización empiece a buscar socios del Augusta National con perchas similares a las de los ya claros favoritos al título. Alguna habrá sido planchada sin que nunca llegase a reposar luego sobre los hombros de un ganador. Varios de los aspirantes al título en el primer grande del año, que comienza mañana (Canal + Golf, 21.00) tienen cuentas pendientes con el torneo, en busca de su primer título, que les resarza de un éxito que vieron cerca. Ejemplos no tan dramáticos como el de Rory McIlroy, líder con cuatro golpes de ventaja en el 2011, hasta que la tensión lo convirtió en un principiante con el driver primero y con el putter después, hasta firmar una sonrojante última tarjeta de 80 golpes.

JAMIE SQUIRE | AFP

Hoy con 45 años, ya con pocas opciones de resarcirse, Ernie Els también pujó fuerte por su chaqueta verde. Dos veces pudo buscarse un socio con sus medidas. En el 2004 brindó junto a Phil Mickelson nueve hoyos finales que forman parte de la historia del Masters, entre los más trepidantes finales del torneo. El sudafricano celebró eagles en el 8 y el 13, y desde la casa club vio como el estadounidense cerraba un memorable final con cinco birdies en los siete últimos hoyos. El último de ellos fue el que evitó el desempate y recompensó al héroe americano con su primer grande. Cuatro años antes Els también había sido el principal rival del campeón en la última media hora de torneo. Abrió el domingo a un golpe de David Duval, segundo provisional, y a cuatro de Vijay Singh, el líder. Con dos hoyos por jugar ya solo dos golpes le separaban del fiyano, pero a su tarjeta libre de bogeys le abandonaron los birdies en los dos últimos greenes.

EZRA SHAW | AFP

Jason Day pudo ser el primer australiano en triunfar en Augusta. Lo vio cerca dos veces. En el 2011, cuando entregó su última tarjeta, era colíder junto a su compatriota Adam Scott, pero todavía estaba en el campo Charl Schwartzel, que enlazó, uno tras otro, cuatro birdies en las cuatro últimas banderas para ganar su primer Masters. Dos años después, Day compartió el liderato en dos instantes del domingo, tras su eagle del segundo hoyo y a falta de tres. Pero enlazó dos errores seguidos y acabó tercero, a dos golpes de Scott y Cabrera, que jugaron el play off.

Siempre al ataque, Brandt Snedeker se vio otro par de veces en la pelea del último día. En el 2008, compartió un lugar al frente de la clasificación del domingo, hasta que un doloroso 77 le dejó lejos de la lucha. Cinco años después, llegó empatado con Cabrera al empezar la cuarta ronda, pero a partir de la cuarta calle encadenó seis bogeys.

También Matt Kuchar se vio en la situación de lanzar un ataque definitivo al menos dos veces. Le sucedió en el 2012, cuando se vio colíder el domingo. Fue la alternativa al play off que luego Bubba Watson le ganó a Louis Oosthuizen, pero un bogey en el coqueto hoyo 16 le hizo perder comba. También la pasada primavera terminó el sábado con la esperanza de dar el paso definitivo que dé lustre a su carrera con un grande, al empezar la última vuelta a un golpe de los colíderes, Watson y Spieth.

Este último, Spieth, también pudo imaginarse por un momento campeón. En esa única presencia en Augusta, con solo 11 hoyos por jugar mandaba por dos golpes de margen antes de que un jugador más experto como Watson pidiese que cogiesen la chaqueta verde que ya tenía en propiedad para la entrega de trofeos. Colíder en la última vuelta fue Justin Rose en el 2007, el año en el que Zach Johnson venció al ser el menos malo, con un resultado justito en un campo ese año muy complicado, con +1, y Lee Westwood en el 2010.

Entre los participantes de este año, ninguna decepción como las de Greg Norman, el histórico genio sin chaqueta en Augusta, tres veces segundo y nueve entre los diez mejores.