Villar comienza a tener demasiados enemigos

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

DEPORTES

31 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta imposible de comprender, desde un punto de vista racional, legal y ético la actitud del presidente de la Federación Española de Fútbol en los últimos meses. Aunque su historial de desplantes y amenazas viene de largo, su actuación en la presente temporada está alcanzando límites nunca antes exhibidos.

El dirigente entiende su chiringuito como si de una Federación-Estado se tratara. No le valen presidentes del Consejo Superior de Deportes, ni siquiera ministros. Para él, solo los presidentes de gobiernos son interlocutores válidos.

Al mismo tiempo, se siente a salvo en la burbuja de impunidad que el fútbol le dispensa, dado que la propia FIFA no permite que el deporte del balón se someta a las leyes democráticas de los países civilizados, salvo que estas no supongan un problema en el desarrollo de su actividad.

Villar ha estado disparando contra todo lo que se ha movido al margen de sus designios. Incluso a los clubes profesionales, algo más desconcertante. Porque una cosa es el presidente de la Liga y la lucha que por el poder mantienen ambos y otra los clubes, porque si bien es cierto que a Villar no le son imprescindibles para mantenerse en el poder, también es verdad que un enfrentamiento con las entidades le va a suponer una erosión que le puede dar mala calidad de vida.

El comunicado de ayer de la Liga de Fútbol Profesional, reprobando casi por unanimidad la actitud del presidente federativo pone de manifiesto hasta que punto es vital para el fútbol profesional español la aprobación del real decreto de la venta conjunta de los derechos televisivos. Tiene tanta necesidad que ha abandonado su habitual equidistancia en la trifulca entre Federación y Liga para darle un toque de atención.

Hasta la fecha, todos los pulsos le han salido bien a Villar. Pero es cierto que nunca antes se encontró con tan duros enemigos. Por un lado, Miguel Cardenal, que ha decidido no someterse a su chantaje y aplicarle la ley como a cualquier otro ciudadano español. Por otro, un presidente de la Liga tan tenaz en la lucha por el control del fútbol como él mismo. En tercer lugar, su pérdida de peso internacional, tanto en la UEFA como en la FIFA, donde siendo alguien importante todavía, ya no va tan de la mano con los máximos dirigentes. Y la cuarta sus propios excesos, que al final igual son los que le acaben matando. Porque el fútbol es así.