Riazor Blues y Frente Atlético, dos peñas con antecedentes de sangre

A Coruña / La Voz

DEPORTES

Los dos grupos ultra ya habían estado relacionados con muertes violentas con anterioridad

01 dic 2014 . Actualizado a las 11:46 h.

FRENTE ATLÉTICO

La historia del Frente Atlético está grabada con las letras de sangre que forman el nombre de Aitor Zabaleta. El 9 de diciembre de 1998, este seguidor de la Real Sociedad fue apuñalado en los aledaños del Vicente Calderón por Ricardo Guerra Cuadrado, integrante de Bastión, sección violenta del Frente Atlético. El autor de la agresión fue condenado a diecisiete años de prisión.

Desde ayer, se puede incluir otra muerte, la de Francisco Javier Romero Taboada, en su historial delictivo, aunque en este caso está pendiente todavía de identificar al asesino.

Entre ambos sucesos, con anterioridad al primero y posteriormente al segundo, el Frente Atlético ha protagonizado innumerables incidentes con hinchas de las aficiones contrarias.

En enero del 2010, un seguidor de 17 años del Celta, tuvo que recibir 100 puntos de sutura para coser las cuatro heridas que le hicieron en la cabeza integrantes del Frente en una reyerta en las calles de Vigo. En aquel momento, el joven gallego escuchó consignas nazis mientras lo apaleaban.

Una imagen que durante años también fue excesivamente habitual en el Atlético de Madrid es la de algunos miembros de su grupo de hinchas más radicales parando entrenamientos del primer equipo para exigir a los futbolistas mayor compromiso en el campo.

Su ideología fascista ha llevado a esta peña a numerosos enfrentamientos con seguidores catalanes, vascos y gallegos.

La fundación del Frente Atlético se remonta al año 1982, cuando su embrión, la peña Fondo Sur, ya contaba con 14 años de vida. En sus inicios, los simpatizantes de esta agrupación se identificaban con boinas negras de tipo militar con las iniciales de F. S.

Primeros incidentes

Los primeros incidentes graves se sitúan en 1972 cuando durante un desplazamiento a Castellón provocaron graves incidentes que finalizaron con varios detenidos. Cinco años después, seguidores del Real Zaragoza y del Real Madrid se convertirían en víctimas del embrión del frente.

Hinchas del Sevilla, Rayo Vallecano, Deportivo, Celta o Zaragoza han sufrido en los últimos años las iras de un grupo al que el Atlético asegura que trata de erradicar, pero que, a tenor de lo visto no lo ha conseguido. Aunque su grado de violencia parecía haber bajado, algunas secciones como los polacos mantienen un alto nivel de agresividad.

RIAZOR BLUES

La de ayer es la segunda vez que el nombre de Riazor Blues aparece vinculado a un asesinato. Y concretamente, una sección, Los Suaves, destacada por todos los expertos en este tipo de grupos de aficionados, como los más violentos de la peña.

En el año 2003, después de un partido de la Copa disputado en San Lázaro, el deportivista Manuel Ríos falleció víctima de una agresión, supuestamente por parte de aficionados de su propio equipo. En aquel momento, fue acusado un miembro de Los Suaves, que acabaría siendo absuelto en el juicio.

La muerte de Ríos generó que los Blues anunciaran su desaparición. Dejaron de acudir al estadio como grupo durante unos meses, transcurridos los cuales decidieron regresar a la curva mágica, como denominan el espacio que ocupan en General.

Son los herederos de la peña Barrio Sésamo, conocida por acudir a Riazor con una cabra. El nacimiento de los Blues coincidió con el bum del movimiento ultra en España. Fue en un desplazamiento a Oviedo en 1986 cuando un grupo de jóvenes, encantados por la vivencia, que no por el resultado (perdió el Deportivo) empezó a hablar de la posibilidad de repetir la experiencia. Un año después se constituirían como agrupación. Con ellos llegó la fiesta a Riazor, pero también los incidentes. El primero ese mismo año coincidiendo con la visita del Celta al campo coruñés. Una batalla campal que obligó al árbitro a parar el partido durante algunos minutos.

Con los años llegaron los enfrentamientos con los Ultra Sur, Ultra Boys, Herri Norte, Ligallo, radicales béticos, vallisoletanos... Un sinfín de enemigos frente a los cuales encontraron aliados, especialmente en los grupos violentos de la Real Sociedad, el Rayo, el Oviedo y el Sevilla.

Hasta hace unos meses les dejaba un local en el estadio municipal que usaban como almacén y los días de partido como punto de venta de sus productos. Además, durante algún tiempo no era extraño pasear por las avenidas de Manuel Murguía o de La Habana, oír la música alta procedente de la grada de General y ver entrar y salir a integrantes de la peña que pasaban allí la tarde del sábado.

Veintisiete años después de ver la luz, Riazor Blues convive entre la solidaridad y la violencia. Capaces de hacer campañas de recogidas de alimentos o juguetes también lo son de participar en multitudinarias peleas, como la protagonizada hace el año pasado, cuando acorralaron a los Ligallo en un bar coruñés.