El Barcelona agrava su crisis

Colpisa

DEPORTES

Carlos Barba | Efe

Luis Enrique no consigue definir el juego de los azulgranas tal y como demostró el equipo en la primera parte de Ámsterdam y Almería

09 nov 2014 . Actualizado a las 17:33 h.

El FC Barcelona, tanto el club como su entorno, nunca fue resultadista y tampoco lo ha sido en la última semana tras las victorias ante Ajax (0-2) y Almería (1-2). Volver a la senda del triunfo después de las dos derrotas consecutivas ligueras contra Real Madrid (3-1) y Celta (0-1) siempre es positivo, pero las sensaciones han sido tan negativas que hay más sensación de crisis ahora que hace siete días.

De hecho, el equipo azulgrana hizo una hora aceptable en el Santiago Bernabéu, pero con el 2-1 se descontroló de forma alarmante. Y frente al Celta, cuatro postes y Sergio, el portero gallego, impidieron la victoria culé. Media hora mal interpretada un día y la falta de puntería en otro no eran un motivo suficiente para dramatizar. Pero las dos primeras partes en Ámsterdam y Almería fueron horribles. Sin juego, sin fe, sin identidad. Y eso sí que no se perdona. Messi salvó el encuentro europeo con dos goles y Luis Suárez evitó el descalabro doméstico con dos asistencias, pero la preocupación ahora sí que se ha instalado dentro y fuera del club.

Y lo peor es que Luis Enrique genera más dudas tanto por sus decisiones como por sus respuestas. Cuando el Barça comenzó la Liga ganando y jugando de forma esperanzadora, el discurso esquivo del técnico asturiano con los medios de comunicación se entendía como parte de su personalidad y una forma de actuar peculiar, pero respetable: se dio por bueno que no quería dar pistas a los rivales con explicaciones tácticas. Pero cuando el fútbol realizado es una broma de mal gusto, cuando un equipo con presupuesto multimillonario se deja embotellar por los niños del Ajax y los combativos jugadores del Almería, hay que dar explicaciones públicas. Y ya se sospecha que Luis Enrique no las da porque no sabe qué decir. «No tengo las claves de lo sucedido en la primera parte», confesó el sábado, entre otros afirmaciones alucinantes: «¿Qué busqué con tantos cambios en el once? Eso nunca se sabe». Por lo menos reconoció: «Ha sido nuestro peor partido; remontamos por ganas, no por juego».

El Barça, ya es evidente, no sabe a lo que juega. Una reinvención del «tiki-taka» era necesaria porque la posesión de balón comenzaba a hacer muy poco daño a los rivales. Por eso se entendió que Luis Enrique verticalizara ligeramente el juego con los laterales casi de extremos y menos toques para llegar a la portería rival. Pero los rivales ya han estudiado el Plan A del asturiano y resulta que el Plan B no existe. El resultado es la indefinición absoluta del Barcelona; ni al toque, ni al contragolpe. Además, las constantes rotaciones no responden a ningún guión y han acabado por desquiciar a unos jugadores que cada día parecen peores de lo que son.

Luis Enrique alineó en Almería a un lateral zurdo, Adriano, de lateral derecho por delante de Alves, Montoya y Douglas. La dirección deportiva, que no pudo vender al primero, renovó al segundo y fichó al tercero, no queda en buen lugar. Piqué, el mejor central de la plantilla, encadenó su tercer partido sin jugar en lo que parece un pulso personal. Rafinha y Rakitic fueron los interiores sin pausa en lugar de Xavi. Y en ataque, ya se sabe, Neymar y Luis Suárez tuvieron que salir en el descanso por Pedro y Munir para ganar el partido.

Messi ha pasado de combinar con Xavi, Iniesta y Busquets a tener que bajar al centro del campo para buscar el pase definitivo a sus compañeros tras desequilibrar a años luz del área. No, no es el Barça que quiere la afición y tampoco es el Barça que quieren los jugadores ni el cuerpo técnico. Por una vez, el parón por los partidos de las selecciones ayuda al equipo azulgrana a recapacitar y desconectar. Pero Luis Enrique tiene mucho trabajo, muchísimo si realmente no ha detectado lo que está pasando.