El Real Madrid mostró en el clásico su imagen más contundente en lo que va de temporada

Agencias / La Voz REDACCIÓN

DEPORTES

Juan Carlos Hidalgo | Efe

El acoso de Isco a Iniesta en la jugada del gol de Benzema es la imagen que mejor define el clásico

27 oct 2014 . Actualizado a las 09:42 h.

El contundente Real Madrid del contragolpe que creó José Mourinho a su imagen y semejanza fue capaz de ganarle una Liga y una Copa del Rey al gran Barcelona de Pep Guardiola pero no se le veía como un equipo superior al azulgrana. Gracias al ideario propuesto por Carlo Ancelotti, y en el que ya creen a pies juntillas sus jugadores, el equipo blanco no sólo es capaz de derrotar a su gran rival sino que demuestra ser mejor, discutirle la posesión del balón, ganarle la partida de ajedrez en el centro del campo a tipos de la jerarquía de Xavi e Iniesta y practicar un fútbol más vanguardista. Los culés siguen un punto por delante en la clasificación del torneo de la regularidad pero el clásico del sábado puede marcar un punto de inflexión o cambio de tendencia.

Carletto no es de esos técnicos que se arrogan los méritos, ya que cede siempre el protagonismo a sus futbolistas y les adula al proclamar que forman «la plantilla más profesional» que ha conocido, pero tiene mucho que ver en la evolución del campeón de Europa. Apaga fuegos, domina los vestuarios de los equipos grandes, ejerce con mano izquierda, muestra buen talante con los periodistas y no provoca conflictos. Su Real Madrid es rápido, creativo, contundente, orgulloso y dominador de diversos registros.

Ante el Barcelona estuvo contra las cuerdas en la primera mitad pero reaccionó con tanta grandeza que pudo haber firmado una goleada histórica si Cristiano hubiera rayado a un gran nivel. Fue un recital coral, no de los grandes tenores.

Desde la debacle de Anoeta y la derrota ante el Atlético, cuando en el Bernabéu añoraban a Xabi Alonso y Di María, el Real Madrid ha crecido de forma exponencial. Ofrece una versión más equilibrada con un dibujo modificado. El 4-4-2 versátil le otorga un mayor control del centro del campo y más facilidad para el repliegue. «Mis jugadores están mentalmente muy fuertes porque creen en esta idea», insiste Ancelotti, feliz por la combinación de clase y músculo que exhibe su equipo.

El segundo tiempo de Riazor, en la cuarta jornada, mostró el camino. Ganaba el Real Madrid pero achuchaba el Deportivo. Ancelotti decidió entonces retirar a Benzema y reforzar el centro del campo con Illarramendi. En el 5-1 frente al Elche, en el duelo siguiente, mantuvo el sistema, con Bale y Cristiano en punta y James e Isco de centrocampistas. En El Madrigal actuó la «BBC» pero al extremo galés se le encomendó retrasarse al centro del campo cuando había que aplicarse en defensa.

Las lesiones nunca se pueden agradecer, pero el problema en Bale en un glúteo, consecuencia probable de la protrusión que padece en la espalda, se ha convertido casi en una bendición para Ancelotti. Sin el «expreso de Cardiff», vía libre para Isco, un genio malagueño que ha puesto en pie el Bernabéu por calidad y compromiso. Si hay una imagen que define el clásico fue la carrera que Isco se dio persiguiendo a Iniesta en la jugada que preludió el gol de Benzema que selló la victoria merengue.

La explosión de Karim

Ancelotti se anticipa al debate y asegura que Bale será titular cuando se recupere, pero con Isco el Real Madrid lo bordó en el Ciutat de Valencia, dio un golpe de autoridad en Anfield y trituró al Barça.

El andaluz juega y a la vez rasca, James corre casi como un fondista, Kroos vigila algo más los movimientos a su espalda y Benzema goza de una salud envidiable desde que se sometió a una transfusión: por sus venas hierve la sangre, no circula horchata fresca. En la plantilla coinciden en que es el mejor ariete posible para este equipo. «Lo mejor que se puede decir del francés es que hace mejor a los demás», explica Manu Sarabia, exfutbolista del Athletic y de la selección española.

En su peor versión de los últimos tiempos, Cristiano acudió a su cita contra el Barça, transformó el quinto penalti de la temporada y se consolidó al frente del pichichi con 16 goles en los ocho partidos que ha jugado, ya que causó baja en Anoeta. Su extraordinaria media es de dos tantos por encuentro. Si se le suma la Champions y la Supercopa, el portugués totaliza 21 dianas y ha marcado de forma consecutiva en los últimos 10 partidos. Tanta felicidad en el Bernabéu que la afición aclama a Iker Casillas, más tranquilo y decisivo frente a los de Luis Enrique.