Derrota inexplicable, futuro incierto

manuel blanco REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

JuanJo Martín

La noche más negra en la historia del baloncesto español desata una frustración agravada por las incógnitas que se ciernen en torno al futuro de la selección

12 sep 2014 . Actualizado a las 15:15 h.

Durante años, la afición creyó que eran un reloj suizo. Una máquina infalible de practicar baloncesto. De conquistar títulos, de llegar a finales. La generación de los Gasol, Navarro, Reyes, Calderón... no tenía en su currículo un pinchazo épico. Algunas derrotas dolorosas, sí, como la de los cuartos de final de los Juegos de Atenas en el 2004 ante Estados Unidos, o la final del Europeo en Madrid ante Rusia en el 2007. Ninguna comparable a la del miércoles ante Francia en los cuartos del que estaba llamado a ser el Mundial de la selección española. Una cita para la gloria y para decir adiós. Una despedida que será mucho más amarga de lo que esperaban los jugadores.

Las preguntas en torno a lo ocurrido se arremolinan una tras otra. Estas son algunas claves sobre la debacle y el incierto futuro de la selección.

¿Por qué perdió España ante Francia?

En primer lugar, porque los jugadores no estuvieron finos. Nefastos en el tiro (el dos de 22 en triples lo dice todo), nerviosos en la toma de decisiones... Las miradas, en todo caso, se focalizaron al término del partido en Juan Antonio Orenga. El público pidió su dimisión y lo lógico es que la Federación Española la acepte. Hoy comparecerá el presidente, José Luis Sáez, para dar explicaciones.

El entrenador, sin duda, tiene una parte importante de la responsabilidad en esta derrota. Su gestión de los minutos en el encuentro fue desastrosa. Insistió en mantener en el campo a Marc Gasol pese a que llevaba tres días fuera de la concentración por el nacimiento de su primera hija. Collet intuyó una mina por ahí y los pívots galos hicieron fortuna forzando al interior español a salir de la pintura. Mientras, Ibaka y Felipe Reyes (no jugó ni un minuto el jueves) se comían las uñas en el banquillo.

Algo similar le paso con los bases. Sergio Rodríguez estuvo horrible durante todo el torneo. Destemplado. Fuera de tono. Ante Francia vivió una pesadilla. Pese a ello, José Antonio Orenga insistió con él y con Calderón de dos, cuando el extremeño no se sentía cómodo en esas lides. Lo razonable hubiese sido tirar del base NBA como director de juego y acompañarlo de la tripleta Navarro, Rudy y Llull, con más ritmo de juego.

¿Era previsible una derrota de esa magnitud?

En absoluto. El equipo había dado unas sensaciones magníficas durante la primera fase, en la que precisamente apalizó a Francia y a otros rivales de primer nivel como Brasil y Serbia. Lo ocurrido en los cuartos fue algo así como el hundimiento del Titanic en términos baloncestísticos. España no tenía pulso. El trabajo coral que había impresionado en los partidos clasificatorios estaba ausente. Apenas nada en defensa, un erial en ataque. Poco más que balones a Pau y las genialidades de Navarro. Con eso, ante un grupo del talento físico y técnico de Francia no es suficiente.

¿Ha llegado el final de los júniors de oro?

No está claro aún. Parece evidente que si los planes hubiesen salido como esperaban, esto es, con una eventual final ante Estados Unidos, Pau Gasol, Juan Carlos Navarro y Felipe Reyes se habrían planteado seriamente decir adiós a la selección con un corolario perfecto. La derrota con la selección bleu, sin embargo, ha generado algunas incógnitas. El Europeo del año que viene es precisamente en Francia, una ocasión para la revancha inmejorable. En cualquier caso, habrá que esperar varios meses para conocer el desenlace de esta historia.

¿Y existe futuro más allá de la fantástica generación del ochenta?

Existe cierto consenso en que ya nada será igual después de ellos. Y probablemente sea verdad. Cuando se retiren, Pau Gasol y Juan Carlos Navarro pasarán a formar parte del Olimpo del básket europeo. Son los dos mejores jugadores de la historia de este deporte en España. Su currículo colectivo e individual así lo acredita. Con ellos, España siempre figuraba entre las favoritas. Perder a dos talentos de esa dimensión alterará seguro el estatus de la selección a nivel internacional. En su lugar, Marc Gasol, Ricky Rubio, Llull e Ibaka están llamados a tomar el relevo. Excelentes jugadores, por descontado, pero con un reto mayúsculo sobre sus espaldas. El problema de la sucesión, en cualquier caso, está más abajo. El afamado método FEB ha coleccionado infinidad de medallas en categorías inferiores, pero apenas ha facturado nombres con proyección para asumir más pronto que tarde el timón de la selección. El tiempo dará y quitará razones.