Mundial de baloncesto: Alcanzar la final, retrato de una obsesión

Manuel Blanco MADRID / ENVIADO ESPECIAL

DEPORTES

Miguel Ángel Molina

España arriba a la fase decisiva del Mundial en inmejorables condiciones: concentrada, intimidante y acertada en ataque y defensa

06 sep 2014 . Actualizado a las 18:29 h.

Ninguna de las estrellas de España lo ha verbalizado públicamente, pero en su cabeza está escrito un guión con un único desenlace: convertirse en el mejor equipo del mundo por segunda vez. Es en realidad el retrato de una obsesión. El final perfecto de una historia maravillosa que ha situado a un equipo de baloncesto en el Olimpo del deporte patrio. Un Mundial, dos Europeos, dos platas olímpicas... Una sucesión de hitos cuyo corolario sería este segundo título. Y en casa. Ante su gente.

Son los padres de esta selección, los júniors de oro, quienes han escrito casi todos los textos de esta película: Pau, Navarro, Felipe, Calderón... La madurez es puñetera para el cuerpo, pero también una fuente de vida para la mente. Nadie como ellos visualiza la importancia de lo que tienen ante sí. Una semana, cuatro partidos, para facturar una obra maestra.

Las sensaciones son inmejorables. España nunca había llegado a un torneo de estas características a este nivel. El guión, en realidad, no permite ningún tipo de licencia. Concentrados desde el principio, expeditivos, intimidantes. Brasil, Francia y Serbia sufrieron en sus carnes esta filosofía.

Nada como la defensa encarna la idea con la que la selección se ha plantado en este Mundial. Es el comienzo de todo. A partir de ella, se construye el equipo. Los exteriores aprietan mucho, siempre en el filo de la línea de pase. Con Ricky, Llull y Rudy en pista, España alcanza momentos de hiperactividad extrema. Es en todo caso en la pintura donde se fragua el hecho diferencial. Ibaka, Marc y Pau (especialmente los dos primeros) han levantado un muro de hormigón armado en la pintura. Salvo hecatombe, el equipo que quiera ganar a la subcampeona olímpica en este campeonato deberá estar finísimo en el tiro exterior. La defensa, como la excelencia, es un hábito. Y España la ha incorporado a su ADN.

¿Y en ataque? En esa suerte todo es más fácil. Hay tanta calidad en las huestes de Orenga, que no parece fácil que pinchen. Son no obstante los de siempre, Pau Gasol y La Bomba Navarro, los que abanderan al equipo en la ofensiva. El día que no estén, nos daremos cuenta de verdad de lo que ambos jugadores han representado para el baloncesto de este país.

Pocos como ellos dos tienen la final del próximo domingo entre ceja y ceja. Y aunque parezca extraño, estarían encantados de que fuese ante Estados Unidos, el otro gran favorito. Para vengar las dos finales perdidas en los Juegos de Pekín y Londres. Para demostrar quién es el mejor. Para sellar con el final perfecto una historia de leyenda.