Mundial 2014: Löw avisa a Alemania y pide «un poco de humildad»

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Atlas

El seleccionador no quiere que sus futbolistas se llenen de autocomplaciencia tras el 1-7 a Brasil

09 jul 2014 . Actualizado a las 19:30 h.

El 1-7 a Brasil sacudió los cimientos del fútbol, pero será una victoria que no valdrá de nada si Alemania no termina el trabajo el domingo en la final del Mundial 2014 en Río de Janeiro. El gestos de Joachim Löw en la rueda de prensa posterior al partido en Belo Horizonte no dejaban traslucir ni un ápice de euforia pese al deslumbrante triunfo de su equipo. El técnico apenas se permitió media sonrisa.

«Nadie debería sentirse invencible», advirtió Löw, que lanzó un mensaje inequívoco a su vestuario. «A partir de mañana debemos poner el foco en el domingo. Los jugadores están preparados. Van a seguir con los pies en el suelo». «Tenemos que prepararnos con calma para la final», agregó. «Esto sigue. Un poco de humildad viene también bien». Es difícil permanecer humilde cuando uno acaba de triturar al pentacampeón mundial en su propia casa, infligiéndole la peor derrota que jamás recibió en un partido que se recordará para siempre. Pero Alemania necesita hacerlo, al menos cinco días más, si quiere cumplir con el objetivo que se trazó cuando tomó el avión rumbo a Brasil: ganar el título mundial.

En la historia del fútbol sobran precedentes de equipos imponentes que cayeron en el partido decisivo y muchos alemanes recuerdan el estigma de la Holanda de Johan Cruyff, que tras forjarse fama de imbatible en el Mundial de 1974 perdió la final ante Alemania. «Nos queda un partido por ganar», advirtió por eso Toni Kroos, autor de dos goles ante Brasil. «Ya lo dije, estamos aquí para ser campeones. Y hasta ahora nadie ha sido campeón en semifinales», añadió el centrocampista.

El reto de Löw en los próximos días en Porto Seguro, hogar de los alemanes durante el Mundial, será lograr que sus jugadores se abstraigan de la euforia generada en Alemania y de la admiración en el mundo. «Sabíamos que si éramos valientes y podíamos imponer nuestro juego, podíamos ganar el partido. Pero este resultado no lo podía esperar nadie, obviamente», admitió el técnico en Belo Horizonte. «Hubo tres goles en cuatro minutos. En ese momento notamos que el anfitrión estaba shockeado. Ese desconcierto lo aprovechamos con frialdad. En el descanso hablamos de que había que seguir serios y en orden. Sabíamos que en la segunda parte habría huecos atrás, porque era normal que reaccionaran, así que si jugábamos rápido en el contragolpe tendríamos más oportunidades. Había que seguir jugando con seriedad», explicó Löw.

Un terremoto futbolístico

«El Maracanazo fue una broma», «Cátedra de fútbol», «Una humillación sin precedentes». Los titulares de prensa alrededor del planeta no dejan lugar a duda: Alemania provocó un terremoto futbolístico en el estadio Mineirão. Sin embargo, después de una exhibición semejante, perder en el partido decisivo el domingo sería una decepción enorme. Para un país como Alemania y un equipo como el de Löw, llegar a la final no es suficiente.

«Estuvo bien, pero ahora hay que mirar hacia adelante. Tenemos que intentar mantener la forma y ser campeones», dijo Philipp Lahm, capitán de una selección que lleva diez años persiguiendo este momento. Löw llegó al equipo en el 2004 como segundo de Jürgen Klinsmann, al que sucedió en el puesto en el 2006, después del Mundial de Alemania. Juntos emprendieron una revolución que cambió la cara al fútbol germano y lo transformó en lo que es hoy: técnica, combinación, velocidad, verticalidad y gol.

«Para ser una generación de la que la gente hable en los próximos años, necesitamos títulos con el equipo nacional», admitió Lahm antes de la Eurocopa del 2012, donde Alemania cayó en semifinales, como lo había hecho en los Mundiales del 2006 y el 2010. La vez que estuvo más cerca del éxito fue en la Eurocopa del 2008, donde fue derrotada en la final por una España que taponó su camino durante años. Tres veces campeona mundial y cuatro veces subcampeona, Alemania lleva 24 años esperando un nuevo título. Sin él, el 7-1 no habrá servido de nada.