Órdago a la vida de Juan Carlos Brión

Javier Romero Doniz
Javier Romero RIBEIRA/LA VOZ

DEPORTES

monica ferreiros

El director deportivo del Natación Ribeira lucha por superar un trasplante de médula ósea que cambió su vida, pero no sus ganas de luchar por él y su familia

08 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A Juan Carlos su cuerpo le hizo una canallada. El problema que puso patas arribar su existencia y lo dejó, por momentos, más cerca de la muerte que de la vida, fue la médula ósea, que hubo que trasplantarla. Pero llegar al quirófano no fue fácil. Primero hubo que localizar un tejido que fuese altamente compatible con el suyo. Desde que le detectaron esta enfermedad ?que hace que el cuerpo no genere algo tan básico como la sangre? la búsqueda fue incansable, a la vez que estéril. Mientras, diferentes tratamientos ayudaban a parchear las carencias de un sistema que, desde niño, siempre latió al ritmo del deporte.

El epo, esa hormona que estimula la generación de glóbulos rojos y que se usa de forma irregular en el mundo del ciclismo, sirvió a Juan Carlos Brión para seguir existiendo. Aún así, su cuerpo fue perdiendo vitalidad, y kilos, a pasos de gigante. «Chegou un momento en que non me facía efecto e foi aí cando pensei que morrería. Tíñanme que levar a todos os sitios en cadeira de rodas... Aquilo non era vida», recordaba esta semana. La esperada llamada llegó en el tiempo de descuento, cuando, incluso, algunos de sus allegados ya pensaban que el teléfono no sonaría.

El milagro se gestó en Alemania. Fue la médula ósea de una mujer, 100% compatible con Brión, la que voló desde el país bávaro para acoplarse al cuerpo del director deportivo del Club Natación Ribeira en un quirófano de Santiago. Desde entonces, el camino ha seguido siendo cuesta arriba. Las recaídas fueron varias y peligrosas. La última obligó a este exjugador del Atlético Ribeira ?que llegó a militar en Tercera división? a estar tres meses ingresado en un hospital.

Sus familias

Pero de todo se aprende. Ahora, sabe, después de sufrirlo en sus propias carnes, que el cuerpo y la mente tienen que ir de la mano a base de reprimir las ganas de volver a tener una existencia anclada en la normalidad corporal. Y para esto, ha sido fundamental el apoyo de sus familias. La primera, formada por su pareja e hijos, siguen luchando cada minuto a su lado. La otra, la deportiva, sabe que también lo acompaña día y noche.

Esta semana, charlando en las instalaciones de A Fieiteira, su segunda casa y en la que se entrena para seguir engrasando su cuerpo, Brión recordaba una anécdota que fue motivo de alegría y lágrimas. Ocurrió durante una de las muchas épocas que estuvo hospitalizado. «As enfermeiras leváronme enganado a unha sala e cando cheguei atopeime a todos os rapaces do club que regresaban do campionato galego de natación. Viñeron a verme e todos levaban camisetas coa miña cara e as medallas que gañaran colgadas. Iso foi incrible, estaban todos, e creo que o recordarei toda a vida, igual que as palabras da xente que, dunha ou outra maneira, contactaron comigo para darme ánimos e dicirme que son quen de saír adiante».