Kaká: «Sentí la explosión, dolor y luego nada, gracias a Dios estoy vivo»

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

Kaká, que hasta enero fue central del Dépor, saldrá hoy del hospital tras recibir el sábado el impacto de una bengala en la cabeza en un partido de la liga chipriota

20 may 2014 . Actualizado a las 12:37 h.

«Mañana me dan el alta y en dos días me vuelvo a Brasil. He pasado algo horrible y necesito estar con mi familia para pensar con calma sobre mi futuro». A Claudiano Bezerra no se le va el miedo del cuerpo. El fornido central, al que algunos de sus excompañeros definen como la mejor persona que han encontrado en un vestuario, vivió el sábado el momento más duro de su carrera deportiva.

Sucedió durante el partido que su actual equipo, el Apoel Nicosia, disputó en campo del Ael Limassol, con el título de la liga chipriota en juego. A falta de media hora para el final del choque (el empate a cero en el marcador hacía campeones a los locales) una bengala golpeó el cristal del banquillo visitante y estalló a la altura de la cabeza de Kaká. «Sentí la explosión, dolor y luego nada», narraba ayer el futbolista desde una habitación del hospital en el que aún está ingresado.

«Gracias a Dios estoy vivo», comentaba por teléfono a La Voz, antes de explicar que la sensación fue «como si se me hubiera roto una parte de la cabeza».

Profundamente religioso, el defensa -que jugó un año en el Dépor antes de salir el pasado mes de enero-, no cesó de agradecer a Dios su suerte durante toda la conversación. «Si no llega a estar el cristal», «si llega a haber golpeado unos centímetros más cerca»... Afirma que su fortuna le alcanzó incluso para evitar tener que ser operado, aunque sí ha debido pasar tres días en observación.

Conmoción en el campo

Las escenas sobre el césped del Tsirion Stadium, con los futbolistas y las asistencias corriendo alarmados hacia el lugar donde Kaká estaba tendido en el suelo, inconsciente, hablan de la gravedad del incidente. La esposa del jugador las vivió desde la grada. «Fue terrible. Mi mujer estaba en el estadio y durante dos horas no tuvo noticias mías». La angustia a la espera de novedades desde el hospital afectó a la familia del brasileño, que le ha pedido que reconsidere abandonar el país. De momento, solo lo hará de forma provisional, para meditar con calma sobre su futuro.

Le ha dolido especialmente, la actitud de los directivos del Ael, que han llegado a acusarle de exagerar lo sucedido, que solo habría formado parte de una especie de juego. «La gente de mi club sí se ha preocupado muchísimo desde el primer momento. Están muy pendientes de cómo evoluciono».

El central ya conocía la liga chipriota tras haber militado en el Omonia y el Apoel cedido por el Hertha de Berlín, pero «las cosas aquí están mucho peor. Ojalá lo que ha sucedido sirva para que las autoridades reflexionen y eviten que vuelva a pasar algo así en un campo de fútbol».

Considera que la agresión no fue fortuita: «La persona que lanzó la bengala usó una pistola que permite apuntar. Sabía a dónde iba dirigida».

Ánimos para el ascenso

Entre quienes han llamado a Kaká estos días para interesarse por su estado figuran viejos conocidos de su paso por Riazor. «He recibido muestras de cariño desde A Coruña -comenta-, me ha llamado gente del club. Estoy muy agradecido. Mi corazón sigue allí, con el Dépor».

Y es que el futbolista era feliz vestido de blanquiazul. «Fue una pena para mí tener que salir de allí, pero no pude solucionar los problemas con mi documentación y no podía quedarme». Por ese motivo, no faltó en la charla una referencia a la situación del conjunto de Fernando Vázquez: «Toda la gente que me hizo sentir tan querido me enseñó también a querer al Dépor. Estoy convencido de que van a volver a Primera y me llevaré una gran alegría si lo consiguen este domingo». Él estará pendiente desde Brasil, con su futuro en el aire. Agradecido a Dios por ese cristal y esos centímetros de distancia entre su cabeza y la bengala.