Con tres meses pendientes de pago, la plantilla del Ourense inició ayer un itinerario que terminará siendo una paliza a todos los niveles, al más puro estilo de la olvidada categoría de bronce del fútbol español.
Y es que la expedición rojilla salió a las 9.00 horas de su estadio de O Couto, con una hora de ruta que incluía comida en el camino y afrontar desde las 18.30 horas el partido en el Carlos Tartiere de Oviedo.
El mapa fija la distancia en 340 kilómetros, utilizando una autovía todavía en obras y teniendo en cuenta, que al terminar el encuentro tocaba el inmediato regreso a casa. Y ni hablar de descansos. El calendario marca un emparejamiento -por proximidad, según la federación española- contra el sevillano Alcalá de Guadaira.
La cita en tierras andaluzas está fijada para el miércoles a las 20.30 horas. Y claro está, la economía del club no está para alegrías. El viaje planificado a día de hoy, tiene pactada la salida para las 6.00 horas del mismo día. Más de 805 kilómetros marca el itinerario de un desplazamiento en el cual el Ourense buscará un premio económico que alivie sus penurias.
Eso sí, no queda otra que regresar a Galicia a la conclusión del partido, tras el paso por la ducha y la cena. El fin de la singladura que arrancó ayer no llegará hasta cerca del mediodía del próximo jueves y después de recorrer en autobús más de 2.200 kilómetros. Y todo sin olvidar que varios de los futbolistas del cuadro rojillo también deberán desplazarse a algún entrenamiento más, entre ambos compromisos, porque Luisito todavía no sabía como afrontar el calendario de la semana, que en todo caso ya se ha suavizado con la alegría en el Tartiere.
Es la Segunda B -y una desquiciante Copa Federación- en estado puro. Una odisea que se repite en muchos clubes, pero que toca la moral y las fuerzas de escuadras como la ourensanista que saben lo que es pasar estrecheces. De todo eso se olvidan muchas veces los que no siguen de cerca el torneo.