Lendoiro se aprovechó de Valerón y Manuel Pablo

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

DEPORTES

07 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Manuel Pablo manifiesta un sentir que, con matices, podrían también firmar todos los aficionados del Deportivo: hartazgo.

Y es que todo el deportivismo está cansado de que su club siga siendo arrastrado en una deriva autodestructiva.

A los jugadores del Deportivo «habría que hacerles un monumento», dijo en su día el administrador concursal. Su comportamiento ante los impagos de Lendoiro ha sido ejemplar. Ni un reproche público y un esfuerzo sobre el terreno de juego que nunca dejó lugar a la duda sobre su compromiso.

Buena parte de culpa de la paz social que se vivió con la plantilla la tuvieron Manuel Pablo y Valerón, los capitanes. Ambos, de buena fe, actuaron como una especie de guardia pretoriana del presidente. Su ascendente sobre el resto del plantel hizo que los canarios apagaran la mayoría de los incendios antes incluso de que se produjeran.

Los dos fueron utilizados por Lendoiro y acabaron quemados por semejante papel. Incluso hay quien asegura que buena parte de la marcha de Valerón se debe a su decepción-hastío con la situación. No lo confesará en público. Valerón es así.

Pero tampoco se sería justo con el Deportivo si no se recordara que, en cierta forma, parte de lo que le sucede al Dépor es responsabilidad de los jugadores. ¿Por qué? ¿Si han sido unos profesionales estupendos, qué se les puede reprochar? Lo mismo que a otros. La plantilla siempre pensó en sí misma, como la AFE y como la Liga. Siempre buscaron soluciones para sus problemas a costa de no arreglar otros, como pagar a Hacienda. Y siempre protegieron al muñidor de la agonía del Deportivo, Lendoiro, porque tenía la llave de la caja. Así se llegó a la situación insostenible que actualmente vivimos, con el Dépor agonizante porque demasiada gente permitió a Lendoiro campar a sus anchas.