El tenista suizo llega a Roland Garros con pocos partidos en las piernas y ningún título bajo el brazo
25 may 2013 . Actualizado a las 12:25 h.El suizo Roger Federer, leyenda viva del tenis, que a sus casi 32 años ocupa el tercer puesto del ránking de la ATP, mantiene la ambición de recuperar el número uno que lució durante 302 semanas y al que intentará acercarse a partir de mañana, sumando puntos en la tierra batida de Roland Garros.
«No digo que vaya a volver a ser número uno de repente, pero no escondo que es mi ambición», confesó el de Basilea en una entrevista publicada hoy por el diario L'Équipe, en vísperas del inicio del Grand Slam.
Federer llega a París con pocos partidos en las piernas y ningún título bajo el brazo, algo que no le preocupa porque forma parte de su programa de preparación.
«En general, no necesito demasiado tiempo para que mi juego vuelva a su lugar y regresen los automatismos», comentó un tenista asiduo a introducir pausas en el calendario para descansar un poco del circuito, tomar aire y volver más fuerte.
Pese a su edad, y a que muchos llevan años pensando que la gloria del tenis se le iba escapando poco a poco, sus resultados dicen que no. El año pasado ganó en Wimbledon, con lo que acumula diecisiete títulos de Grand Slam. Además, conquistó los Masters 1000 de Indian Wells, Madrid y Cincinnati, así como varios torneos de menor categoría y una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres.
«Lo que puede marcar la diferencia entre un jugador mayor y uno más joven a menudo es la motivación», ya que según se van sumando años van apareciendo nuevas distracciones que desestabilizan a los deportistas, dijo Federer.
«Sinceramente, estoy satisfecho con el nivel de tenis que tengo a mi edad. Me parece que está muy bien», agregó.
Cree que el físico no marcaría la diferencia en un quito set contra el español Rafael Nadal, de 26 años y número cuatro del mundo, o contra el serbio Novak Djokovic, un año menor y número uno del mundo.
«Diría que actualmente estoy muy fuerte, si no en el pico de mi carrera. Mi cuerpo se ha acostumbrado a producir el esfuerzo exigido, lo que hace las cosas mucho más fáciles de lo que lo eran al principio», resumió Federer antes de intentar en París la conquista de su decimonoveno grande.