Él mejor que nadie sabe cómo se encuentra para afrontar otro año más. Sabe lo difícil que le está siendo este. No es una decisión que se toma de un día para otro. Hace tiempo que lo había dejado caer y lo cierto es que a todos nos llega la hora de dar un paso adelante y decir: «Hasta aquí mi cuerpo ha aguantado». Los años pesan y uno sufre en competición mucho más de lo imaginable.
Si se confirma, se marcharía un grandísimo jugador, muy identificado con la afición. Futbolistas así hay muy pocos, dotados de un talento extraordinario y, al mismo tiempo, buena gente. No me llama la atención la identificación que ha tenido con estos colores. La grandeza que ha tenido siempre esta ciudad es que ha acogido muy bien a la gente de fuera. Ahí están los casos de Mauro Silva, de Bebeto, de Djalminha, de Makaay,... Podríamos hacer una lista muy amplia de jugadores foráneos y siempre queridos y que han estado a gusto aquí, a los que ni las ofertas de clubes importantes los hicieron dudar. Siguieron aquí por el cariño que le tributaba la gente. Con Valerón se ha repetido todo esto.
¿Si este es el momento adecuado? Como decía, mejor que él no lo sabe nadie. Tiene que sopesarlo todo: el día a día, los entrenamientos, los viajes,... Hay que tomar la decisión y siempre es difícil. A unos les llega con 32 años y a otros con 40. El Dépor lleva una serie de temporadas en una situación deportiva similar y, además, él ya había dejado entrever algo. Para él dejarlo en Primera supone un alivio. Podrá decir que el equipo bajó y él estuvo ahí para volver a subir, que respondió con compromiso y que ahora lo mantiene.
Él pondrá todo en una balanza y decidirá si es el momento. Pero él solo, sin la injerencia de nadie más. Porque ahora tampoco es el momento de dar estas noticias. Hay que estar centrado en el objetivo de la permanencia. Quedan doce días y dos partidos importantísimos. El equipo depende de sí mismo.