El Obradoiro no maneja malicia

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa SANTIAGO / LA VOZ

DEPORTES

SANDRA ALONSO

Es de las plantillas que menos protesta durante y después de los partidos

09 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El arbitraje que sufrió el Obradoiro Blusens Monbus ante el Unicaja de Málaga es el que ha levantado más ampollas en todos los estamentos del club y es también, probablemente, el que más influencia tuvo en el devenir de la contienda. Resulta difícil encontrar una actuación con tantos despropósitos, especialmente en el último cuarto.

Visto en perspectiva el partido del sábado y todos los de esta temporada, se puede plantear un escenario un tanto perverso: ¿Es el Obradoiro un equipo demasiado correcto sobre la pista? ¿Le faltan oficio y mala leche para las faenas en las que hay que embestir?

Poniendo de nuevo el foco en el último encuentro, parece claro que el Unicaja salió con la idea clara de endurecer el juego al máximo. Y lo consiguió.

En el choque en Sar frente al Joventut, el colectivo de Moncho Fernández se contagió del ritmo de idas y venidas que propusieron los catalanes. ¿Debió frenar el ritmo con más de una aspereza?

El recuerdo de Burgos

En el play off de ascenso, en la eliminatoria decisiva ante el Burgos, el Obra cedió en el tercer encuentro, en un partido de mucho contacto. Tomó nota y dos días más tarde consiguió la tercera victoria. En aquel encuentro saltaron astillas, y quienes mejor entendieron la labor de zapa fueron Ruffin y Hopkins, dos veteranos de guerra con muchas horas de vuelo en batallas de todo tipo y pelaje.

Cuando el Obradoiro configuró la plantilla para este curso, ya sabía que iba a echar en falta ese perfil porque, salvo Oriol, Dewar y Andrés Rodríguez, todos los demás discípulos de Moncho Fernández están por debajo de los treinta años. Kendall y Corbacho son, posiblemente, los jugadores que más faltas reciben y menos se quejan. El canadiense se ganó en Gran Canaria su primera técnica, y sonó raro. Como una multa a un mediador. Rafa Luz y Jorge Sanz son un par de veinteañeros. La pareja de americanos Hummel-Buford, poco más, con el añadido de que es su primera experiencia en el baloncesto profesional. Pumprla debuta en la ACB, lo mismo que Salah Mejri y Stobart.

«Fair play»

Hay que bucear mucho para encontrar declaraciones de la plantilla quejándose de las actuaciones arbitrales. Y, durante el tiempo de juego, es de los equipos que menos se significa por sus protestas. Lo mismo vale para el cuadro técnico. Sin duda, es un equipo que puede presumir de «fair play».

Entrenadores como Pedro Martínez o Velimir Perasovic emplearon con destreza la habilidad de protestar sin traspasar la frontera de la penalización.

El Obradoiro no es un equipo que se maneje en las refriegas, ni siquiera en las dialécticas, durante los cuarenta minutos de partido. En esa materia es un equipo bisoño. Y eso, junto con el hecho de que esta es solo su tercera participación en la ACB, probablemente pesa. O, más bien, cabría hablar de poco peso.