El Barça se enfrenta a decisiones difíciles tras la dura derrota en Múnich

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DEPORTES

ANDREAS GEBERT

El club azulgrana abre el debate para reformar su equipo mientras las dudas cercan a Messi

25 abr 2013 . Actualizado a las 02:56 h.

El Barça, pese a que el juego y los títulos le otorgaron ya un lugar que nadie podrá quitarle entre los mejores equipos del mundo, deberá tomar decisiones difíciles en los próximos meses si quiere luchar por mantener la jerarquía en el fútbol lograda en los últimos años con un proyecto fantástico. El entrenador, los jugadores, los dirigentes, incluso la filosofía: todo se pone en cuestión cuando un equipo encaja una derrota como el 4-0 que se llevó el Barça de Múnich en la ida de las semifinales de la Liga de Campeones ante el Bayern.

«Fin de ciclo», «paliza histórica», «aplastado» o «moribundo» fueron sólo algunas de las palabras utilizadas por la prensa en todo el mundo para describir la situación del conjunto azulgrana, que entre el 2008 y el 2012, bajo el mando de Pep Guardiola, ganó 14 títulos y desarrolló un juego exquisito. A no ser que el Barcelona, como dijo su capitán, Xavi Hernández, «obre el milagro» en la vuelta en el Camp Nou, el duelo de Champions certifica que algo se ha terminado en el grupo que dominó el fútbol español y europeo en los últimos años.

«Es muy complicado, pero hay que intentar remontar esto y, si no podemos, pensar en la temporada que viene», advirtió la gran estrella del equipo, Leo Messi, que el martes fue una sombra de sí mismo en el Allianz Arena.

Pero pensar en la próxima temporada supone tomar decisiones importantes en una plantilla del Barça que ha dado claros síntomas de agotamiento mental y físico. Messi tapó con sus goles las carencias del equipo en los últimos meses, hasta que una lesión a principios de abril en París hizo saltar las alarmas. El fútbol alemán se confirmó como el talón de Aquiles del argentino , cuyo irrelevante partido ante el Bayern reabrió dudas sobre su auténtico estado físico y mental.

Alemania se cruzó de nuevo, para mal, en el camino de Messi: en el Mundial del 2006 vio desde el banquillo la eliminación de Argentina ante los germanos en los cuartos de final, en Sudáfrica 2010 lloró desconsoladamente tras caer por 4-0 en la misma instancia, y el martes pasó lo que pasó. Messi jugó el partido completo por primera vez desde su lesión muscular el 2 de abril en París. El alta médica la recibió apenas unas horas antes del inicio del encuentro, pero su prestación estuvo lejos de lo que se espera del mejor jugador del mundo. Según las estadísticas de la UEFA, Messi fue uno de los jugadores que menos corrió en el campo, apenas siete kilómetros y medio, tres menos que los extremos del Bayern, Arjen Robben y Franck Ribery. Perdió numerosos balones, nunca desbordó y no tuvo ni una clara ocasión de gol.

Recuperar al mejor Messi será una de las principales tareas del Barça de cara a la siguiente temporada, pero sobre todo el club debe encontrar soluciones para otras demarcaciones. Según la prensa catalana, la entidad pondrá a la venta al chileno Alexis Sánchez y al español David Villa, pero la lista de prescindibles puede ampliarse en las próximas semanas. El rendimiento de jugadores como Gerard Piqué y Cesc Fábregas no ha sido el esperado en la última temporada. El central, habitual de las revistas del corazón por su relación con la cantante Shakira, está lejos del jugador que explotó con Guardiola, mientras que el centrocampista, que en Múnich no jugó ni un minuto, no ha conseguido instalarse en el once inicial.

El Barcelona arrastra además desde hace años un problema en el centro de la defensa, donde necesita un jugador de garantías que cubra los huecos generados por las lesiones. Ante el Bayern, tuvo que jugar con el joven Marc Bartra, aún verde para los grandes partidos. Xavi admitió el martes que en Múnich la mayor posesión del Barça, marca de la casa, fue «ineficaz». El Barcelona sigue dominando la pelota, pero le falta profundidad.

Darle una vuelta de tuerca más al estilo, encontrar alternativas o decidir altas y bajas depende principalmente de las decisiones de Tito Vilanova, ayudante de Guardiola durante años y su sucesor en el 2012. El técnico, sin embargo, fue operado en diciembre de una recaída de su cáncer de garganta y tuvo que delegar gran parte de sus funciones en su segundo, Jordi Roura.

Vilanova, que no habla desde entonces y oculta su cicatriz bajo una bufanda, deberá pasar el examen deportivo del club y del vestuario, y probablemente también el personal y familiar, pues como dijo Guardiola en su adiós, con menos pelo y muchas más canas, ser entrenador del Barcelona «desgasta mucho».

El Barcelona necesita apenas seis puntos para ganar una Liga española que tiene asegurada, pero las sensaciones con las que acaba la temporada son de declive. Su balance además con los rivales más fuertes del curso es negativo: tres derrotas, dos empates y una victoria con el Real Madrid; una derrota y un triunfo con el Milan; dos igualadas con el PSG, y una paliza contra el Bayern.

Renovarse o morir, dice el proverbio. Pero en el fútbol de alto nivel, renovarse significa invertir mucho dinero y, según la prensa brasileña, el presidente del Barça Sandro Rosell ya gastó decenas de millones en comprar a un sólo jugador: Neymar. La situación es pues también una prueba para el director deportivo, el ex portero Andoni Zubizarreta, quien curiosamente fue el principal sacrificado tras el 4-0 con el que el Barça perdió ante el Milan la final de la Champions de 1994 y que supuso el principio del fin de la era de Johan Cruyff.