El fútbol sala coruñés exporta «tecnología» al Lejano Oriente

Á. M. Castiñeira A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

PACO RODRÍGUEZ

Dos taiwaneses entrenan con el 5 Coruña apadrinados por su técnico nipón

14 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Motonori Baba quiere ser «el puente entre A Coruña y Oriente». Y va dando pasitos para lograrlo. Llegó a la ciudad hace alrededor de año y medio y el pasado verano se integró en el cuerpo técnico del 5 Coruña, acompañando a Pachi Fernández, Sergio Blanco y Roberto Álvarez. Ahora, a través de él, el equipo herculino sirve de plataforma para que dos jóvenes promesas del fútbol sala taiwanés, A Fa Chi Sheng-Fa y Hank Wu Yu-Chun, conozcan la forma de trabajar de los clubes europeos.

Gen, como se le conoce en el mundillo, asegura que esta experiencia -sufragada por «la Federación, los clubes y en parte las familias»- les servirá para «mejorar los conceptos tácticos». «Yo se lo explicaba cuando trabajaba con ellos en Taiwán -donde completó sus prácticas como entrenador-, pero es importante que lo vean ellos mismos, que lo vivan», explica. La medida de lo que pueden aprender la da la idea de que «el nivel de los tres mejores equipos de Japón equivale al de Segunda B de aquí. Hay por lo menos un bajón de dos categorías. Y en Taiwán, de cinco...».

Argentina y Barcelona

Motonori aterrizó en la Península en el 2006, después de una temporada en Argentina, y desde entonces escribe informes y traduce materiales didácticos para la Confederación de Deportes de Balón y la Federación de Fútbol japonesas y para la Federación de Fútbol Sala de Taiwán. Lo curioso es que en aquella época «odiaba el fútbol sala -asegura-. Creía que era un cachondeo. Lo veía poco táctico porque Japón heredó mucho de Brasil: juego lento e individual, por ejemplo. Cuando llegué a España descubrí que era todo lo contrario, y me enamoré de este deporte». Porque el juego europeo se amolda más a la mentalidad oriental: «Los asiáticos somos tácticos y disciplinados. Por eso los japoneses optamos ahora por un seleccionador español, Miguel Rodrigo».

Sin embargo, en A Coruña se topó con otra realidad. Lo motivaba instalarse en un lugar «donde no hubiese ningún japonés, algo así como una nueva frontera». Se llevó un chasco. «Vi que había muchas carencias en cuanto a clubes y me sorprendió. Sufrí mucho y estuve a punto de irme a vivir a Santiago, porque allí estaba el Lobelle -recuerda-. Es como si tú te vas a Japón porque te enamoras del kárate y llegas a una ciudad en la que no hay ningún gimnasio». Pero fue integrándose a base de espiar al Mera, entonces el equipo de mayor categoría del área coruñesa.

Es más, a día de hoy defiende que la ciudad es un lugar perfecto para sus proyectos. «En Cataluña los intercambios ya son como un negocio. Llegan muchos equipos y ya hay tarifas establecidas. Está todo más mecanizado. Y en Coruña el nivel es bueno, y es una ciudad segura.

«Un pecado»

«Vivir del fútbol sala es como un pecado», comenta sonriente. Y es que Gen, que habla «japonés, chino, inglés, castellano, y algo de catalán, portugués y francés», asegura que podría ganarse mucho mejor la vida en su país con otra profesión («seguro que cobraría seis veces más», bromea). No lo hace porque la penitencia económica se compensa con la «experiencia muy enriquecedora» que vive en A Coruña, adonde lo trajeron, además de los motivos deportivos, cuestiones sentimentales («Mi novia es coruñesa», descubre). Para el futuro, se marca una meta: «Quiero que en cinco años haya un jugador japonés en cada equipo de A Coruña».

«Quiero que en cinco años haya un jugador japonés en cada equipo de A Coruña»

«Japón está al menos dos categorías por debajo de España, y Taiwán, cinco»