Dice Jordi Aragonés que se sintió como Tom Hanks en la película La Terminal. Desamparado, y casi en tierra de nadie. Su pasaporte no era válido para las autoridades rusas, que decretaron ayer su deportación a Madrid. El vilagarciano había viajado a Moscú con su equipo polaco para jugar un partido de Euroliga pero se tuvo que despedir desde las jugadoras y el cuerpo técnico desde el otro lado del cristal. No pudo subirse al autobús rumbo al hotel de concentración, sino que lo hizo a un avión que lo llevó, deportado, a Madrid en la noche de ayer.
Los problemas de Jordi llegaron porque su pasaporte estaba deteriorado. Al parecer, se le caían algunas hojas. Suficiente para que la policía rusa decidiera que no podía pisar suelo moscovita y decretara su deportación a Madrid. Evidentemente, los directivos del Wisla Cracovia se pusieron rápidamente en contacto con la embajada española en Rusia para intentar solventar el problema, pero fue imposible. De hecho, según explicó José Ignacio Hernández (el primer entrenador del cuadro polaco) funcionarios del organismo aseguraron a los polacos que era una decisión relativamente habitual en ese tipo de situaciones.
Jordi estaba viajando al cierre de esta edición hacia Madrid. La solución más probable al llegar a Barajas sería gestionar un nuevo pasaporte para intentar regresar a Moscú, aunque para ello tendría que volver a solicitar un visado de urgencia.
En todo caso, no es la primera vez que Jordi Aragonés sufre un problema de ese tipo en los aeropuertos, aunque sí es cierto que debuta como protagonista indiscutible. Siendo el vilagarciano el preparador físico del Extrugasa, cuando el cuadro arousano disputaba la Eurocup, vivió una situación muy parecida en uno de los desplazamientos con Marina Kress. Esta jugadora bielorrusa no pudo regresar de Suiza con sus compañeras tras jugar el encuentro contra el Sdent Sierre, en diciembre del año 2007, por problemas con sus papeles.