El caso Armstrong: ¿Y ahora qué?

La Voz DANIEL GARCÍA MARCO | AFP

DEPORTES

El verdadero Tour empieza para el estadounidense

19 ene 2013 . Actualizado a las 11:52 h.

Lance Armstrong encara a partir de esta semana la mayor cuesta arriba de su carrera. Su objetivo es ganar en la meta una rebaja de la sanción de por vida que le impusieron por doping y poder así volver a competir. También evitar la cárcel y la bancarrota.

«Estoy enfrentándome a mis demonios, es un proceso, el principio del proceso», dijo el ex ciclista estadounidense en la segunda parte de la entrevista, emitida el viernes. En efecto, la confesión con Oprah Winfrey fue apenas el prólogo.

Si lo que desea es volver a competir, algo que aseguró merecer, deberá hacer y decir más. Así se lo han hecho saber la Usada (Agencia Antidoping de Estados Unidos) y la AMA (Agencia Mundial Antidoping), los que tienen en su poder rebajar la sanción.

Condiciones

Ya han puesto sus condiciones: que en lugar de responder a la amable Winfrey lo haga ante los investigadores dando los detalles de cómo eludía los positivos, las sustancias que usaba y los nombres de las personas que no aparecieron en las dos noches de show televisivo.

«Si es sincero en su deseo de corregir sus errores pasados, testificará bajo juramento sobre toda la dimensión de sus actividades de doping», reclamó Travis Tygart, jefe ejecutivo de la USADA, con el que Armstrong se puso en contacto en diciembre para saber qué debía hacer para reducir la sanción, según informó The Wall Street Journal (WSJ).

En la segunda parte de la entrevista confirmó que su deseo es ése, reducir un castigo que considera excesivo por un doping que es «incontrolado» en el deporte, según le dijo a Tygart, afirmó WSJ.

«Creo que lo merezco (competir de nuevo). Merezco ser castigado, pero no estoy seguro de que merezca una sanción tan dura», afirmó en la entrevista con Winfrey. «No estoy diciendo que sea injusta, pero es diferente» a la de otros que quedan fuera meses o años.

Aunque sabe que su misión es complicada: «Siendo realista, entiendo que es improbable».

Al menos lo va a intentar. La entrevista con la popular Oprah ha servido para empezar a lavar su imagen y para ello el extraterrestre, como lo llamaban en la carretera, se hizo algo más humano: admitió que necesita terapia psicológica y a su manera pidió disculpas más por su comportamiento personal que por haberse dopado, lo que no parece generarle demasiado arrepentimiento porque era «parte del trabajo».

El WSJ aseguró que Armstrong cree que la estrategia de negarlo todo y de ataque e intimidación al acusador fue un error. Por ello ha optado por la otra, la de confesar y colaborar, para evitar también consecuencias penales y recuperar alguno de los 75 millones que aseguró que se le fueron en dos días por la fuga de patrocinadores.

Pero esa estrategia conlleva riesgos, ya que el fantasma de la cárcel por perjurio, como le sucedió a la ex atleta Marion Jones, sobrevuela Austin, su ciudad natal.

Armstrong dijo en una declaración jurada en 2005 que no se dopó.

Aunque el juez decida ahora que el delito ha prescrito, la obstrucción a la Justicia o el falso testimonio son también figuras penales a las que puede enfrentarse.

Si se demuestra además que presionó a sus compañeros para doparse y que él era el líder de la trama podrían emerger delitos como distribución ilegal de esteroides, conspiración y mal uso de los fondos públicos del servicio postal cuando patrocinó a su equipo.

Y hasta el gobierno -el gran jurado- podría abrir una nueva investigación o reabrir la que cerró en 2012 sin acusar al ex ciclista.

Los mayores riesgos son, sin embargo, económicos. Su ex compañero Floyd Landis lo demandó por considerar que Armstrong y el equipo U.S.

Postal defraudaron a los patrocinadores por usar sustancias prohibidas. El Departamento de Justicia se ha unido a la causa. En el peor de los casos podrían tener que devolver en conjunto hasta 100 millones de dólares.

Hay más. Una compañía de Texas le reclama los 12,5 millones de dólares que le entregó como bonus por su triunfo en el Tour de France de 2002, y «The Sunday Times» le pide que devuelva 1,5 millones que le pagó por un delito por injurias.

Ante esta situación, competir en pruebas de triatlón podría ser la única vía de ingresos ante un posible escenario de bancarrota.

El código mundial antidoping prevé que una reducción de hasta un 75 por ciento de la sanción si hay colaboración.

Por ello, Armstrong, en contra de alguno de sus abogados, decidió en diciembre que quería hablar con Tygart, según WSJ, que reveló que el encuentro fue «tenso».

Tygart le ofreció como máximo una rebaja a ocho años y entonces Armstrong explotó. «No tienes las llaves de mi redención. Hay una persona que tiene las llaves de mi redención y ésa soy yo», afirmó, según WSJ.

Al director ejecutivo de la USADA le quedó entonces claro que el único objetivo de Armstrong es mitigar lo que el ex ciclista considera una «pena de muerte». Pero las llaves de ese «corredor de la muerte» las tiene Tygart.