¿Por qué los ciclistas no critican a los dopados?

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

DEPORTES

24 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El gran Miguel Induráin cree en la inocencia de Lance Armstrong. Y pone en duda todo el proceso que ha derivado en la retirada al tejano de los siete Tours por haber desarrollado su carrera deportiva a golpe de epo y transfusiones. El navarro cuestiona las declaraciones de los excompañeros del americano y transmite la sensación de que algo turbio se mueve alrededor de las demoledoras acusaciones.

Las opiniones de Induráin no sorprenden, ni mucho menos. Tiempo atrás, también en el diario Marca, dijo sobre Riis cuando el danés confesó haber tomado epo: «No entiendo que haya hecho esas declaraciones once años después». Y añadió: «Su confesión no le ha hecho ningún favor al ciclismo». Miguelón no criticó a Riis por haberse dopado, sino por haberlo contado.

El español, ganador de cinco Tours de Francia, es el reflejo de lo que acontece entre los ciclistas, divididos entre los que callan cuando trasciende el dopaje de un compañero y los que dirigen las escopetas contra cualquiera menos contra quienes, a sabiendas, han transgredido la legalidad.

Los corredores hablan más de conspiraciones, persecuciones, errores, defectos de forma, presunción de inocencia, hipocresía, agravios y un sinfín de milongas antes de lo que realmente es sustantivo: que se dopan.

Cuando escuchemos al colectivo hablar con acritud de aquellos que subieron puertos a la velocidad de la luz gracias a la química, se habrá dado un gran paso hacia la cura de un deporte maravilloso, pero enfermo. Solo si los propios ciclistas repudian a estos estafadores se podrá producir una regeneración de verdad. Si lo que sucede es que, como hasta ahora, unos callan y los otros defienden a quienes incluso se les ha pillado con la jeringuilla en vena, habrá quien piense que no solo se dopan unos pocos, sino el pelotón entero.