Vigo deja la playa y sale a la carretera

gabriel cao VIGO / LA VOZ

DEPORTES

diego perez

La Vuelta causó expectación en la ciudad olívica tanto en Samil como en la zona más céntrica

29 ago 2012 . Actualizado a las 11:39 h.

Faltaba casi una hora para el momento esperado. La vuelta ciclista iba a llegar a Vigo y cientos de personas dejaban la toalla, el cubo y la pala, para ocupar el asfalto y las aceras de la Avenida de Samil a la espera de la tan anunciada llegada a Vigo de la Vuelta Ciclista.

Bajo el sol propio del verano, el público aguardaba impaciente la llegada del pelotón entre el paso de la comitiva de seguridad y los coches oficiales con cánticos, aplausos y alguna que otra broma. Entre los seguidores de la Vuelta, niños y ancianos eran mayoría. «Vengo con mi nieto de la playa para ver a los ciclistas, es algo muy bonito», decía un seguidor.

Los favoritos de los aficionados, Purito Rodríguez y Alberto Contador a los que no pararon de animar durante el paso de los ciclistas. El paso de la Vuelta por Samil también atrajo a turistas que parecían sorprendidos por toda la movilización.

Entre el público muchos se quejaban de que el inicio de la etapa no fuese televisada. «Es un cachondeo que solo conecten a partir de las cuatro», comentaba un espectador.

El esprint intermedio de la décima etapa de la Vuelta España 2012, esperado para las 14:12, se hizo esperar. Javier Aramendia y Adrián Palomares aparecían por el horizonte de la avenida viguesa anunciando la llegada de la serpiente multicolor a las 14.18 horas. Pero el resto de la caravana de ciclistas no daban señales de aparecer. Los aplausos, más rápidos que los ciclistas, se contagiaban entre el público y adelantaban la llegada del pelotón, que hizo su aparición 6 minutos después de los dos escapados.

El momento, como de costumbre, breve pero intenso entre el público, que aprovechó para animar entre aplausos y gritos de ánimo a los ciclistas que pasaban por el esprint. Los coches de los equipos se alejaban de la zona despidiendo el paso por la Avenida de Samil de rumbo al centro de la ciudad. Hubo algún que otro aficionado que esperaba pillar de nuevo a la serpiente multicolor «callejeando» por su ciudad. «Cojo ahora mismo el coche para ver si llego a García Barbón antes que los ciclistas», decía un seguidor de la Vuelta. El público se disipaba todavía entre canturreos y caras de complacencia. Mientras, la carretera no tardaba en volver a la normalidad.