Adiós al nadador perfecto

Antonio Rivas

DEPORTES

05 ago 2012 . Actualizado a las 15:10 h.

Probablemente las veintidós medallas no sean suficiente indicativo, ni siquiera suficiente recompensa, para una carrera deportiva absolutamente ejemplar. El mejor nadador de la historia pone punto y final a su reinado en las piscinas. Su influencia en la natación mundial ha sido inevitable, tanto en lo que respecta al punto de vista técnico, como a su metodología de trabajo y táctica de esfuerzo. Será muy difícil que en un entorno tan plural como el que vivimos, con sistemas de entrenamiento muy avanzados y específicos, podamos volver a ser testigos de una supremacía como la de Michael Phelps. Analizamos sus claves.

Trabajo y exigencia

Adaptación al programa

La capacidad de trabajo y adaptación a una programación exigente es parte de Phelps y resulta decisiva para poder estar al máximo de la forma física en los momentos importantes. El americano no ha fallado en ninguna de sus citas internacionales, con cierta excepción de los juegos de Londres. Además, sabe gestionar las pruebas. En las citas importantes es fácil que el número de veces que un nadador está sometido a estrés competitivo aumente al tener que participar en series eliminatorias y finales. En Pekín 2008 Michael Phelps se lanzó al agua en veinte ocasiones para conseguir sus ocho medallas de oro. Sin duda, concentración, ambición y facilidad para encontrar el ritmo adecuado en cada momento de una prueba también le caracterizan. Todo ello desde la serenidad necesaria para abordar el ataque a un récord mundial.

Físico

Un cuerpo para el agua

Phelps posee una morfología adecuada para adaptarse al medio acuático: extremidades superiores largas y gran envergadura deben combinarse con su enorme flexibilidad de rodillas y tobillos, además de un tremendo control postural a nivel de núcleo corporal.

Adaptación a las distancias

Diferentes distancias necesitan diferentes intensidades que requieren mucho tiempo de trabajo. Phelps ha dominado desde los cien a los 400 metros en varios estilos. Esto precisa el entrenamiento de al menos cuatro zonas específicas además de muchas otras de carácter general como acondicionamiento.

la especialidad

El perfecto mariposista

Es el gran maestro sin duda en este apartado. Nadie como él ha sabido imitar a la perfección el movimiento ondulatorio propio de la fauna marina. Esta ha sido la clave fundamental en muchos de sus éxitos al utilizarlo en varios momentos, también en el estilo espalda y libre.

Tolerancia

Resistencia al ácido láctico

El nadador de Baltimore posee una gran capacidad para tolerar el ácido láctico. Altas cotas de eficiencia le permiten retrasar niveles que comprometan la técnica, frecuencia de movimiento y la posibilidad de aplicar fuerza. Valores próximos a la mitad en la mayoría de los nadadores después de 2 minutos de esfuerzo máximo le han permitido homogeneizar el número de brazadas por largo así como la frecuencia de movimiento durante sus pruebas.

LOS VIRAJES

Volteos largos en el estilo libre

Phelps ha sido pionero en la utilización de virajes largos en el estilo libre. Aprovechando sus capacidades técnicas y su batido excepcional sorprendió al mundo combinando natación en la superficie con largos desplazamientos subacuáticos tras los virajes en pruebas tan complicadas como los 200 libres donde ya de por si la alta intensidad y la falta de oxígeno colocan al organismo en situaciones metabólicas muy difíciles.

Percepción

Acuaticidad

La búsqueda de apoyos se convierte en el parámetro más importante para asegurar un desplazamiento rápido y eficiente, y Phelps ha presumido de niveles altísimos en prácticamente todas las habilidades de los cuatro estilos estilos.

Antonio Rivas es profesor de INEF y entrenador de natación y triatlón.