El Obradoiro se retrató para la historia

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

DEPORTES

La plantilla firmó sobre una gran foto en el vestuario su compromiso con la permanencia

07 may 2012 . Actualizado a las 15:42 h.

Cuenta George Orwell en una pequeña obra sobre la Guerra Civil española, al hablar del bando republicano, que era un grupo muy desorganizado pero que, debidamente mentalizado y convencido, se transformaba en el campo de batalla.

La reflexión vale a medias para el Obradoiro, que cuidó mucho los dos frentes. La tropa de Moncho Fernández nunca conoció el desorden y consiguió desplegar un baloncesto cuántico de muchos quilates. El cuadro técnico armó un equipo que funcionó siempre como un colectivo a imagen y semejanza de dos cualidades que el Alquimista de Pontepedriña considera innegociables: la bravura y la inteligencia.

En la retina de la afición quedan docenas de instantáneas y episodios de todos los colores: las cuatro derrotas de enero en casa, la exhibición de Hopkins en la victoria ante el Baskonia, la de Oriol el miércoles ante el Valencia, las rachas de Corbacho, la elegancia de Kendall...

Pero fuera de la pista también se libró una batalla, ajena a las cámaras, de las que tienen un efecto multiplicador sobre el rendimiento, esa que George Orwell ponía en el haber de la motivación y la mentalización.

A Moncho Fernández y sus ayudantes, Víctor Pérez y Gonzalo Rodríguez, tan compostelanos como el propio equipo, no hacía falta que nadie les explicase nada acerca del obradoirismo, de cómo vive Compostela el baloncesto y de lo que significa la ACB para la afición.

No siempre es fácil trasladar esa percepción y esa manera de sentir a los jugadores. Pero supieron implicarlos y hacerles ver que la del Obradoiro sería una aventura distinta a cualquiera otra que hubiesen vivido.

Moncho Fernández diseñó un plan, y le salió redondo. Todo empezó con la foto que ilustra esta información, tomada tras un entrenamiento de la semana previa a que empezase la Liga. El técnico reunió al grupo en mitad de la cancha, les pidió a todos que mirasen a la cámara y quedaron retratados tal cual se ve. A esa instantánea se le sobreimpresionó un titular, en español y en inglés: «Vamos a hacer historia». Y también una cláusula: «Los abajo firmantes se comprometen a dar lo mejor de sí mismo para la consecución de un maravilloso objetivo». Esa foto, con un tamaño de más de dos metros de ancho por uno de alto, ha recibido cada día a jugadores y técnicos en el vestuario.

Ahí germinó una historia que merecería ser llevada al cine. Quizás no llegue a tanto. Y, si así fuese algún día, difícilmente conseguirá transmitir el cariño y el sentimiento de un vídeo que empezó a preparar ya desde aquel día Víctor Pérez, por indicación de Moncho Fernández, el vídeo de la permanencia, el de la satisfacción del deber cumplido.

Arriesgando sin plan B

En realidad, y por aquello de no desatender ninguna hipótesis, el Alquimista también le pidió a su ayudante que no perdiese de vista la posibilidad de producir un plan B, una arenga, por si las cosas se ponían feas, para buscar la reacción. Pero Víctor siempre tuvo el convencimiento de que no sería necesario, y no llegó a elaborarlo.

Ayer, antes del partido contra el Zaragoza, los jugadores se volvieron a sorprender. Esperaban una charla y se encontraron con el vídeo.

Arranca con el Miudiño, la foto, la victoria en San Sebastián y un interrogante: ¿Empezó todo ahí, o antes? Quizás antes, porque los jugadores tenían un pasado. Aparece Hopkins en su primer año en España; Andrés en su Universidad, lo mismo que Washington y Ebi Ere; Mario Cabanas en el Hospitalet; Bulfoni, con uno de sus gestos característicos, en el Manresa; Palacio en los Boston Celtics; Kendall, menos dandi y algo más rollizo, en su Universidad; Lasme con pelo afro, irreconocible; Nguema, en un campeonato de España cadete en Sar; Corbacho en el Unicaja; y Oriol consolando a Djordjevic tras perder la final europea en el 98, cuando era un veinteañero en el Barça.

También aparecen canastas decisivas de Palacio con los Celtics, del Tuky con el Manresa en el partido de las cuatro prórrogas ante el Barça, un triple de Hopkins que le dio la victoria al Lagun Aro ante el Unicaja... Y, al final, la apoteosis del miércoles, porque «no era un partido más».

Los abajo firmantes en la foto de arriba cumplieron. Y nunca olvidarán su paso por Santiago.