Guardiola necesita respirar

P. Ríos BARCELONA / COLPISA

DEPORTES

Salvo sorpresa, el técnico del Barcelona anunciará hoy que no continúa

27 abr 2012 . Actualizado a las 13:35 h.

Cuando Pep Guardiola dijo en la noche del martes, minutos después de la eliminación ante el Chelsea en la Liga de Campeones, que «mañana» hablaría con el presidente porque «ahora ya toca hablar», lo traicionó el subconsciente. Acababa de anunciar la inminencia de la reunión con Sandro Rosell sobre su futuro. Luego matizó que su «mañana» utilizado era literario, que se refería «a los próximo días». Y como tiene tanto crédito, nadie se cuestionó que fuese una maniobra de despiste, pero lo cierto es que la cumbre tuvo lugar el miércoles, a las 9 horas, en el domicilio del entrenador del Barça, quizá sin haber conciliado el sueño todavía tras el k.o. europeo.

Y aunque se pudo ocultar durante 24 horas, al final trascendió que el presidente, el vicepresidente deportivo, Josep María Bartomeu, y el director deportivo, Andoni Zubizarreta; acudieron en taxi para dialogar durante casi tres horas hasta acabar ofreciéndole un cheque en blanco para que el de Santpedor colocara la duración del contrato, la ficha anual y las condiciones del acuerdo, señal de confianza total en el técnico, pero también de desesperación. Sí, Guardiola los informó de que su intención es no renovar, aunque se pidió el día de ayer como jornada de reflexión (en principio no hubo encuentros secretos) antes de anunciar a la plantilla y a su cuerpo técnico este viernes su decisión final en el día del regreso al trabajo tras dos jornadas de descanso.

Siempre han sido los futbolistas y sus colaboradores técnicos los primeros en conocer su renovación en temporadas anteriores, por encima de intuiciones periodísticas, y así volverá a suceder ahora, especialmente si se trata de su adiós. Y luego, salvo sorpresa, se hará pública su decisión.

Ahora queda claro que si Guardiola ha tardado tanto en pronunciarse sobre su continuidad es porque siempre ha estado más cerca del no que del sí. El desgaste físico y mental de cuatro años en el banquillo de un club tan exigente como el Barça parece el principal motivo para dejar el cargo de un técnico que ya anunció en el 2008 que no se sentía como un entrenador de largos períodos.

Decisiones difíciles

Sabe que si se quedase debería tomar decisiones muy difíciles, posiblemente muy discutidas por el club o por la masa social en relación a jugadores importantes a los que considera que hay que abrirles la puerta, ya sea por bajo rendimiento, por veteranía o por falta de adaptación. Y aunque se ve capacitado para iniciar una renovación progresiva, también entiende que el período de cambios difícilmente se vería acompañado de títulos ante un equipo cada vez más hecho como el Madrid. Solo una cosa lo ha hecho dudar en las últimas horas muy seriamente: la respuesta espontánea de la afición en el Camp Nou tras el k.o. ante el Chelsea. Esa madurez emocional del barcelonismo lo hizo recapacitar. Pero tras meditarlo con su inseparable Tito Vilanova, ve claro que es el momento del adiós.

Guardiola quería despedirse con un gran título, una distinción que no alcanzaría la hipotética Copa del Rey que se juega el 25 de mayo ante el Athletic.