La deuda del fútbol con Hacienda ya está en los 752 millones de euros, a la que habría que añadir una cantidad no facilitada correspondiente a la Seguridad Social. En total, algunas fuentes dicen que el débito de los clubes con el Estado es de mil millones euros (166.000 millones de pesetas).
La cifra revelada por el Ejecutivo no es más que la confirmación de que el Gobierno anterior dimitió de sus obligaciones. No solo no se esforzó por el cobro del débito sino que consintió que aumentara en casi un 25 por ciento.
Pero si la acción del Gobierno de Zapatero con el fútbol ha sido vergonzante, podría quedar en un juego de niños si finalmente se confirman algunos comentarios que se escuchan dentro del fútbol profesional. Según estos, el Gobierno de Rajoy practicará un doble juego. Por un lado, mantendrá un discurso de mano de hierro con la deuda. «Las deudas del fútbol se van a pagar por el fútbol», dijo ayer Miguel Cardenal, secretario de Estado para el Deporte. Pero por otro lado les abrirá nuevas vías de financiación. De ser así, la ciudadanía estaría siendo víctima de una estafa descomunal.
La cuestión no es si el fútbol tiene derechos o no. Que los tiene. El asunto es que, de una vez por todas, España tenga un Gobierno serio y valiente que, desde la normalidad, haga compatible el amor a los colores con el respeto a la ley y a los valores morales. Cardenal, hombre de leyes y valores, debería convencer a Rajoy de que el problema de los clubes en España solo se resolverá cuando quien la haga, la pague.