Nikola Pekovic, el monje de Ostrog se reivindica en la NBA

Miguel Piñeiro Rodríguez
Miguel Piñeiro REDACCIÓN

DEPORTES

CRAIG LASSIG

El pívot montenegrino se convierte en la tercera pieza clave, junto a Love y Rubio, de los sorprendentes Timberwolves

14 mar 2012 . Actualizado a las 18:35 h.

Los Minnesota Timberwolves viven su mejor temporada en más de siete años. Todos los focos y análisis apuntan a dos razones primordiales: Ricky Rubio, un base novato llegado de Europa para maravillar con sus pases y una dirección de juego propia de una futura estrella; y Kevin Love, el mejor ala pívot de la NBA, candidato al MVP, líder anotador y reboteador del equipo. Pero en las últimas semanas, se ha añadido una tercera pata a la mesa que sustenta a los Wolves.

Nikola Pekovic, una fugaz estrella del baloncesto europeo, asombra a la NBA, que le juzgó por una mala primera temporada y por una retahíla de tópicos y prejuicios. Pívot blanco y europeo, no parecía un cuerpo acorde a la explosividad atlética de la Liga estadounidense. Sin embargo, el montenegrino se ha reivindicado bajo las órdenes de Rick Adelman y opta al galardón de jugador más mejorado de la temporada. Pekovic llegó a Minnesota en el 2010 después de tocar el cielo europeo en la segunda de sus dos temporadas con el Panathinaikos. A Grecia le llevó su dominio absoluto en el baloncesto serbio jugando con el Partizán.

Sin embargo, su estreno en la NBA fue pobre. Apenas promedió 16 minutos de juego y pasó sin pena ni gloria por la temporada de uno de los peores equipos de toda la Liga, que ganó sólo 17 partidos. El panorama cambió radicalmente con la llegada de Adelman y Rubio al equipo, que ya ha sumado tantos triunfos como en toda la temporada anterior. Pekovic empezó como suplente y lesionado, pero tardó poco en comerle minutos a esa decepción constante llamada Darko Milicic, hasta hacerse con el puesto de titular. Promedia 12 puntos y 7 rebotes en apenas 24 minutos, y sus porcentajes de tiro alcanzan el 58 %.

Claro, la mayoría de sus lanzamientos son cerca del aro. Muy cerca. Con 2,09 metros de altura, su tamaño va más allá de lo largo de sus brazos o su capacidad de salto. Pesa 131 kilos de puro músculo, con los que levanta 150 kilos en press de banca (algo más en pretemporada). Una mole que resulta inamovible cuando coge la posición en la zona, pero que esconde una gran virtud que le ha hecho más útil todavía para los Wolves comandados por Rubio: corre el contraataque como pocos.

A pesar de su aspecto de descarte de un cásting para la película sobre mafiosos rusos Promesas del Este, Pekovic se ha convertido en un favorito de la grada. Cada vez que anota se escucha la música de El Padrino en el Target Center. Sorprenden sus gustos musicales, con el grupo Beogradski Sindikat entre sus favoritos. A pesar de las combativas letras políticas y fuertemente antioccidentales del grupo de rap serbio, Pekovic parece muy integrado con sus compañeros e incluso rivales, con los que se les puede ver reir y hablar durante los partidos.

Pek, como se le conoce, luce un gran tatuaje por su espalda y hombros que representa con minuciosidad el monasterio de Ostrog, en Montenegro, un lugar de peregrinación situado en la ladera de una pared vertical de piedra. Un lugar tan rocoso e innacesible como el baloncesto de Pekovic, una de las grandes sorpresas de la temporada.