El Mirandés supo morir con las botas puestas

Efe

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VINCENT WEST / Reuters

El 6-2 permite al Athletic alcanzar la final de una Copa que no olvidará el conjunto burgalés

09 feb 2012 . Actualizado a las 04:10 h.

El Athletic de Bilbao se encargó de despertar a base de fútbol y goles a un Mirandés que murió con las botas puestas, sin dejar de pelear cada minuto del encuentro aún sabiéndose eliminado.

Ambos equipos regalaron un espectáculo gigantesco y los de Burgos, que habían accedido a las semifinales tras apear heroicamente a Villarreal, Racing de Santander y Espanyol cautivaron, una vez más, a media España con su descaro, su brega y su infatigable propuesta futbolística, basada en el mimo del balón.

Las redes sociales echaban humo durante el partido y los elogios hacia el Mirandés, un equipo humilde pero saneado, eclipsaban el sobresaliente papel de un Athletic de Bilbao que, como se suele hacer en el rugby, demostró que la mejor manera de respetar al contrario es emplearse a fondo desde el primer y hasta el último minuto.

Los leones de Marcelo Bielsa afilaron sus garras y tampoco cejaron en su empeño, pero en el segundo tiempo se toparon con un Mirandés que no quería abandonar la Copa del Rey sin dejar una impronta ya hoy legendaria. Anotaron dos goles y por momentos pusieron ante las cuerdas a un Athletic de Bilbao muy inspirado y que contó con un Fernando Llorente colosal.

Carlos Pouso se sirvió de una escena de la película Un domingo cualquiera protagonizada por Al Pacino, quien da vida a un entrenador de fútbol americano, Joe D?Amato, para motivar a sus futbolistas. «O peleamos como equipo disputando cada pulgada, o morimos como individuo», decía D?Amato a sus jugadores, y eso, precisamente, es lo que ha venido haciendo el Mirandés en esta Copa del Rey.

Se ha comportado como un conjunto, , que con unión, sacrificio y no dando un balón por perdido ha regalado ilusión no sólo a sus aficionados, sino a todo un país que ha vibrado con su gesta y se ha contagiado, en los difíciles tiempos que corren, del ímpetu por alcanzar los sueños, por alocados e intangibles que parezcan.

Su estandarte, Pablo Infante representa este sentimiento. Hoy habrá acudido a la oficina bancaria de Quincoces de Yuso (Burgos) que dirige con su perenne sonrisa pese al cansancio para atender a sus vecinos que, a buen seguro, le habrán vuelto a agradecer las dosis de ilusión que les ha brindado sobre el césped.

Agradecimiento que la afición del Mirandés y todo Miranda de Ebro reiteró recibiéndoles una vez más como héroes. Y es que, desde que este «cuento de hadas», según indicó Pouso, comenzó, la hinchada se ha mostrado como el duodécimo hombre en Anduva y también ayer en San Mamés.

Todos ellos, equipo y afición, unidos de la mano, han protagonizado una proeza que será recordada no sólo por su magnitud, sino que también por demostrar que, a veces, la ilusión y la fe del «pobre» pueden derribar las férreas barreras presupuestarias.