Con el equipo metido en una racha extraordinaria y enfilando la senda del retorno a Primera División, los asuntos de despacho vuelven a entrometerse en el camino. Y si algo no necesitan los jugadores es que cuestiones ajenas al balón puedan distraerlos de su único e irrenunciable objetivo del ascenso.
Cuando parece que, por fin, Oltra ha dado con la tecla de la competitividad y la eficacia, regresan los fantasmas que nacieron al abrigo de la gestión de Lendoiro. El millón de euros que el club adeuda al Nacional de Montevideo por el fichaje de Munúa sigue embarrando la imagen blanquiazul por el mundo adelante.
Hasta la fecha, lo que se ha hecho desde la entidad es desarrollar la típica estrategia dilatoria del caso. Así, recientemente se presentó un recurso ante el TAS enviado fuera de plazo y que fue finalmente inadmitido, aunque sirvió para ganar un mes de tiempo. Ahora, la lógica dice que habrá un nuevo recurso ante el tribunal de arbitraje deportivo y que podría servir para ganar los meses suficientes y acabar la temporada sin que se haga efectiva la resta de los seis puntos. Todo esto, sobre el papel, porque las cosas no siempre salen como se planean.
Lo cierto es que, una vez más, se pone de manifiesto que Lendoiro tiene el club cogido con alfileres. Y que mientras la afición está dando una respuesta imperial; y los futbolistas han reaccionado y se han convertido en máquinas de ganar, hay una pata del banco deportivista que no está a la altura de las demás.
Esperemos que aquello que se están ganado a pulso futbolistas y aficionados deportivistas no se estropee en aquellas instancias que, precisamente, están para arreglar los problemas y no para fabricarlos.