La extraña sociedad

josé m. fernández A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

CESAR QUIAN

Valerón y Riki, la sutileza y la potencia, protagonizan los dos últimos triunfos del Dépor; por su inesperada eficacia el primero, por su brega el segundo

06 feb 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

El gol, la suerte más preciada (y cara) del fútbol. El tópico apela al olfato: se tiene o no se tiene. Juan Carlos Valerón camina por el balompié español como un talento puro, el socio favorito de los goleadores. De Makaay, Tristán o Riki. En sus 277 partidos con el Deportivo (256 en Primera y 21 en Segunda), el canario ha marcado 20. Nunca ha pasado de 4 en una temporada. No es un hombre-gol, lo suyo es el último pase, la generosidad para con aquellos que solo tienen ojos para la portería contraria.

Riki es el polo opuesto. Llegó al Deportivo con el cartel de goleador. En el Real Madrid B, en Segunda División B, marcó 18 en los 31 partidos de su mejor campaña, la 2003-4. Con el Getafe, ya en Primera, firmó 10 (2 y 8) en un par de temporadas, en 61 partidos. Con el Dépor, en 138 encuentros en Primera, marcó 25 (su tope, 8 en la 2009-10). En la actual, lleva 5 en 16 partidos, aunque algunos le atribuyen el de Jonathan Vila en propia meta en Riazor. El madrileño es un goleador. O un delantero.

Pausa y oportunismo

Valerón puso la firma a la séptima victoria consecutiva del Deportivo, con una maniobra tan sutil que cualquier experto la considerara impropia de un jugador que carece de olfato goleador. Con un simple gesto, dentro del área, el lugar donde a otros se les nubla la vista, el canario tumbó a un defensa y engañó a Manu, su excompañero en el Dépor. Pausa, oportunismo y determinación; las cualidades que definirían a un gran ariete, a un delantero con pegada. Fue su segundo tanto, el primero, de no menos bella factura que el del sábado, se lo marcó al Sabadell allá por el mes de septiembre.

Riki se fue de vacío del Colombino. Disfrutó de tres o cuatro ocasiones. Incluso, el rechace que Valerón aprovechó para anotar su segundo tanto de la temporada en la Liga, procedía de un remate de cabeza a bocajarro de Riki que Manu desvió con el pie. Valerón solo necesitó de un remate para poner en marcha todo su ejercicio de sutileza.

Potencia y generosidad

Pero lo que en el canario es pausa, en Riki se transforma en prisas, quizá para no dejar en mal lugar a su amigo y excompañero Gica Craioveanu, que le apodaba Pirelli: «Potencia sin control», decía el rumano. El madrileño marró varias ocasiones y se hartó de buscar la portería del Recreativo a la mínima ocasión, algo habitual en cada una de sus actuaciones. Una semana antes, frente al Cartagena, marcó a pase de Valerón y su despliegue resultó vital para equilibrar el partido con la expulsión de Abraham Paz. En el Alcoraz, frente al Huesca, elaboró un regate prodigioso para finiquitar el partido (0-2), aunque antes había disfrutado de un par de ocasiones, ambas solo ante el guardameta. En Córdoba, donde el equipo coruñés se aferró a su generoso despliegue físico, solucionó el partido.

El yunque y el martillo, la sutileza y la voracidad. Valerón y Riki, una sociedad capaz de transformar la firmeza defensiva en triunfos. Siete consecutivos.