Lo inmoral, aunque se repita en el tiempo, sigue siendo inmoral

DEPORTES

10 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

No por reiterativa, una conducta inmoral deja de ser inmoral. A veces, la costumbre puede llevar a dar a un barniz de seudolegitimidad a lo que realmente es una práctica que no merece otra cosa que el rechazo y la rendición de cuentas.

No porque Lendoiro haya inflado los presupuestos sistemáticamente desde hace por lo menos ocho años deja de ser censurable. Y no porque la pasividad que sobre estas cosas existen en el mundo del fútbol le permita seguir haciéndolo, se debe silenciar.

Lendoiro ha incrementado sus ganancias de manera significativa fruto de las previsiones al alza que él mismo hace en los presupuestos. Porque conviene no olvidar que las previsiones de ingresos y gastos que se someten a aprobación en las juntas de accionistas son las que él mismo decide. Es decir, Lendoiro se pone el sueldo a sí mismo.

Y eso, sin entrar en otro tipo de consideraciones, no es justo con el Deportivo. Al club blanquiazul le está costando dinero su presidente incluso cuando lo hace tan mal que el equipo desciende a Segunda División. Y en Segunda cobrará 429.000 euros, una cifra que, en contra de lo que él mismo está haciendo creer, es una barbaridad.

Pero dejando a un lado las cuestiones morales que sugieren los presupuestos inflados sistemáticamente, podemos centrarnos únicamente en la gestión que Lendoiro está realizando al frente del club. Entonces tendremos que hablar de Javito, del Vecindario, de los fichajes del invierno pasado, del cachondeo de las lesiones y de mil y un detalles que han arrastrado la imagen del Deportivo. En una empresa normal, un gestor que acumula tal cantidad de sainetes, disparates y chapuzas, habría sido despedido, o, tal vez, habría dimitido.

Todo sería muy diferente si Lendoiro fuera el dueño del club, pero aunque actúe como tal, no lo es. Y conviene recordarlo para evitar que la costumbre nos impida recordar la verdad.