Havelange, de la gloria al abismo

Diana Renée RÍO DE JANEIRO / DPA

DEPORTES

El brasileño, de 95 años, deja el COI para evitar su despido por corrupción

06 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Durante décadas ha sido uno de los hombres más poderosos del deporte. El brasileño João Havelange, que comandó la FIFA entre 1974 y 1998 y convirtió la entidad en una «máquina de hacer dinero», se vio ayer, a los 95 años de edad, obligado a tomar una medida desesperada para evitar ser expulsado del Comité Olímpico Internacional.

Tras casi 24 horas de silencio, el COI confirmó ayer que recibió una carta de renuncia de Havelange a formar parte de la entidad, que integra desde 1963 y de la que era hasta ahora el único miembro vitalicio. Según la prensa brasileña, la dimisión, justificada por motivos de salud, sería en realidad un intento del mandatario de evitar ser despedido del Comité Olímpico, que lo investiga desde hace seis meses por sospechas de corrupción durante su gestión como presidente de la FIFA.

Un cese deshonroso sería un golpe muy duro para el dirigente nacido en Río de Janeiro en 1916, hijo de padre belga que se enriqueció con la venta de armas y municiones. A lo largo de sus más de nueve décadas de vida, Havelange acumuló triunfos sobre triunfos, hasta convertirse en una de las figuras más poderosas del deporte mundial.

Su vínculo con el deporte empezó en la adolescencia, cuando fue futbolista e integró el equipo juvenil del Fluminense. Luego se dedicó a la natación y al waterpolo. Incluso integró el equipo brasileño en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936.

Cuando abandonó la competición pasó a comandar a la antigua Confederación Brasileña de Deportes (CBD) antes de llegar a la presidencia de la FIFA, en 1974, y poner en marcha una «revolución» en la entidad. «Cuando llegué había solamente 20 dólares en caja. Cuando abandoné el cargo, había 4.000 millones de dólares», solía recordar.

La clave de este cambio fue el éxito alcanzado por Havelange en vender el fútbol como un producto: amplió el número de afiliados -hoy son 208 países, más que en la ONU-, duplicó de 16 a 32 el número de selecciones que participan en los mundiales y atrajo a patrocinadores poderosos. Havelange también logró una fuerte influencia sobre el COI, y la usó para atraer para su ciudad, Río de Janeiro, los Juegos Olímpicos del 2016.

La investigación sobre corrupción representó un grave traspié, especialmente en momentos en los que trabajaba por la candidatura de su exyerno, Ricardo Teixeira, para dirigir la FIFA tras las elecciones del 2015.