Desde ayer, la NBA ha dado vía libre a los equipos para iniciar operaciones. Como todo en EE.UU., hay reglas y más reglas, aunque por lo bajini, muchas se saltan. Hay un apellido de moda entre equipos, agentes y prensa: Gasol. En el caso de Pau, por las muchas especulaciones de su traspaso. Y su torre gemela, Marc, por ser uno de los elementos más codiciados del mercado.
Aclaremos conceptos. Los jugadores allí no tienen opinión, al menos de suma importancia. En Europa, su visión del equipo que le hace una oferta, es crucial para que las negociaciones lleguen a buen puerto. Allí, es prácticamente mercadería. Pau Gasol fue «víctima» positiva de algo así hace unos años cuando Memphis y Lakers decidieron llevarlo a la meca del cine. Ahora le puede tocar un cambio más abrupto. Ha sido dañado con dureza por la prensa muy yanqui tachándolo de blando (el asunto es que no hay un blanco americano como él, esa es mi apreciación) y por tanto, sus Lakers andan mirando cómo mover pieza, quieren a Dwight Howard. Y Gasol, el mayor de la saga, es elemento negociador en las mesas.
A Marc, las novias se le han disparado. Pasará a ganar ocho dígitos (este año tenía un contrato de 3 millones) y su cuenta se acercará a la de su hermano. Al menos, ocho franquicias van a empujar por él. Memphis tendrá que desprenderse de un jugador vital en el equipo, para mantenerlo. Ejemplo: el estilo Florentino Pérez en la NBA no sirve. Aquí te veo, aquí te mato. El tope salarial impide fichar tres Ronaldos o un par de Iker Casillas. Para tener un par de cracs, tiene que haber mucha hormiguita, que cobre poco y haga el trabajo sucio. Así es el mercado NBA. Las modas señalan a Marc como punto de referencia. Pau parece ya más visto. Es como un vaquero algo usado. Pero también todos sabemos que para gustos, como para modas, siempre hay colores alternativos. Lluvia de correos y llamadas. Se juegan el futuro de sus empresas. 10 días.