El embrujo de Pau Gasol lo cautiva todo. Del todo, todito, entero. MVPau (bautizado así por mi hermano Carlos) demostró, para algunos, para otros y para los más escépticos que España es un a.?d.?P (antes de Pau) y un d.?d.?P (como Galicia con Cuíña, como diría también él).
No existe en el baloncesto FIBA un jugador que diseñe tanto un equipo. Hace dos meses, había escépticos a la dupla de los hermanos Gasol: que no va haber espacios, que si podemos ser blandos, que si, que si, que sí... El mayor hace espectacular al mediano. Pau lo absorbe todo, incluida la presión. Y de ella, sale reluciente un Marc cada día más impresionante.
Y como decía en la previa, si está José Manuel Calderón, existe España. Pero ayer también se unió la raza y fuerza de Felipe Reyes y la progresiva subida de Ricky. El equipo no mostró ninguna fisura. Los serbios anotaron 59 puntos, acabaron desquiciados; bueno, en realidad terminaron como suelen acaban siempre los serbios, dando palos.
La defensa española rozó en muchos momentos la perfección: presión constante al balón, línea de pase cegada, excelso el esfuerzo en el bloqueo directo y las rotaciones, a una velocidad e intuición apasionantes. El tercer cuarto, sencillamente, para grabar y disfrutar durante mucho tiempo. Los llamados jugadores del relevo continental fueron aniquilados por un equipo, que cuando dice «hoy toca», toca de verdad. Creo que cantaremos eso de «¡MVPau, MVPau!».