Ni Rafael Nadal ni Roger Federer acabaron con la extraordinaria marca de victorias de Novak Djokovic en la temporada de pista rápida. Fueron Andy Murray, número 4 del mundo, y la exigencia física de un tenista que acumula 59 encuentros en la temporada quienes rompieron su magnífica racha de 33 triunfos consecutivos en superficies duras. El número 1 del mundo fue incapaz de superar en la final del Masters 1000 de Cincinnati una lesión en su hombro y la fatiga de 57 triunfos en 59 partidos desde que jugó la final de la Copa Davis en 2010.
En un partido con amenazas constantes de la lluvia Djokovic volvió a sufrir problemas físicos y de nuevo empezó perdiendo en el primer set, como le ocurrió en cuartos de final contra el francés Gäel Monfils. El serbio, que jugaba su décima final del año, apenas pudo aguantar el ritmo de Andy Murray en la pista azul. El escocés desarrolló su estilo más reservado para aprovechar el mal día de Djokovic hasta que el serbio acumuló 28 errores no forzados y solo un 66 de acierto con el primer servicio. La clave estuvo en la lesión del hombro del belgradense, quien fue asistido por el médico tras perder la primera manga. Aunque pareció recuperado, el escocés castigó su juego con golpes profundos, un saque consistente y paciencia para buscar el revés de su rival. El balcánico decidió claudicar ante la imposibilidad de hacer frente al segundo set cuando perdía 0-3.
Murray repite
De esta manera Murray vuelve a ganar en Cincinnati y da la sorpresa de la temporada norteamericana en el circuito, al tiempo que detiene la racha de Djokovic de 16 triunfos consecutivos desde que perdiera contra Roger Federer en la semifinal de Roland Garros.
Además, la derrota de Djokovic aparece a dos semanas del Abierto de Estados Unidos, el último Grand Slam de la temporada, en una época en la que ni Roger Federer ni Rafael Nadal tampoco parecen en su mejor forma.