El retorno del bromista de la quinta del taxi

Xurxo Fernández Fernández
xurxo fernández REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

El niño revoltoso que dejó la Masía a punto de volver al Barça para cumplir la profecía que Guardiola estampó en su camiseta

12 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Un día serás el número 4 del Barça». Guardiola tiene motivos para creer en el karma. Hace diez años hizo su pequeña buena acción: estampó una profecía en la camiseta de un chaval del equipo cadete. Los padres del chico acababan de separarse y el descubridor del joven talento pidió al cerebro del primer equipo un mensaje de ánimo para su gran fan. Cesc Fábregas (Vilasar de Mar, mayo de 1987) todavía guarda en su armario aquella prenda. Formará parte del equipaje que traiga de vuelta a casa cuando pise de nuevo el Camp Nou.

Allí se pondrá a las órdenes de su antiguo ídolo, el que una vez le alegró el día con su dedicatoria. Todo indica que cumplirá el pronóstico de Pep. El 4 era el número de Rafa Márquez y quedó desierto cuando el mexicano abandonó el club, a principios de la pasada campaña. Thiago lo lució en los partidos de pretemporada, pero el hijo de Mazinho entiende de jerarquías y ya ha reservado el 11 para ceder el dorsal al flamante fichaje culé.

El hijo pródigo de un Barça que ha trasladado a Sant Joan Despí aquella Masía a la que el centrocampista llegaba en taxi. Un vehículo conducido por Joan Jiménez al que se iban subiendo por turnos José Hinojosa, David Torrejón, Jonathan Pereira y Rafa Vázquez. Ninguno ha llegado lejos en el fútbol, ni a la sombra de «Cesc Fábregas Soler, el más guapo del carrer», el líder de la quinta del taxi, el bromista del grupo.

De su condición de «cachondo» sabe mucho Marc Valiente. El central, enrolado ahora en el Valladolid, era junto a Cesc el referente de aquella camada culé. Un grupo en el que el del Arsenal y su compañero Piqué «eran los más vacilones», como recuerda por teléfono el futbolista del Pucela. Anécdotas hay muchas, «pero ninguna que te pueda contar, que me mata, porque las preparó bastante gordas», relata Valiente a La Voz. Él no padeció las chanzas del ex del Arsenal -«yo era el capitán y me respetaba», se jacta entre risas-, pero sí disfrutó de los primeros detalles de clase de Fábregas. «Jugaba más retrasado y movía al equipo. Todos se daban cuenta de que era distinto, pero ninguno esperábamos que evolucionara tan rápido».

El gran salto lo dio en Londres, adonde llegó convencido por una charla del propio Wenger y a cambio de millón y medio de libras. Su madre pensó que al chico -bastante buen estudiante hasta que entró en la adolescencia- le vendría bien el paso por las islas: aprendería inglés. Su padre (albañil) pensó que crecería como futbolista. Acertaron los dos protagonistas de la historia de la camiseta. Cesc vuelve del Arsenal convertido en gran estrella.

34 millones de euros fijos y seis variables anuncian por fin el desenlace de un culebrón que duraba ya tres veranos. Nada raro en la relación entre un jugador y un club que ya arrancó marcada por los desencuentros. El ojeador del Barça Rodolf Borrell se cansó de ver a los alevines del Mataró hasta que un día se encontró con Fábregas sobre el campo. Su entrenador lo había estado escondiendo en la caseta para que no se lo birlara ningún grande. El truco permitió al señor Blai retener a su estrella un año más. Wenger ha conseguido contar durante ocho temporadas con un jugador que «hace posible lo imposible». No quería dejarlo ir, pero el karma le debía una a Guardiola.

cesc fábregas futuro jugador del barça