Baja Phelps, sube la emoción

Antonio Rivas

DEPORTES

28 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

En las primeras jornadas de estos campeonatos del mundo parece que el panorama competitivo ha cambiado sustancialmente. Por un lado está Michael Phelps, con nuevos retos, tácticas y resultados, y por otro, la confirmación deportiva de quienes hasta ahora no eran rivales claros, como Ryan Lochte y Paul Biedermann.

Tras los últimos Juegos Olímpicos era necesario que algo cambiase para que pudiéramos seguir disfrutando de la natación. La final de 200 libres es una prueba que despierta expectación. Requiere una perfecta conjugación entre capacidades físicas y táctica de esfuerzo. Algo que Phelps dominó a la perfección hasta hace dos días.

El de Baltimore nos tenía acostumbrados a una matemática prodigiosa. Desde Atenas 2004 utilizaba la misma frecuencia de movimiento (38-39) ciclos por minuto en los cuatro largos del doble hectómetro). Pero esta final fue otra cosa. Una salida a 41 ciclos lo obligó a reducir el ritmo en el segundo largo, en el que su frecuencia fue de tan solo 35 ciclos. El tercer 50 fue algo mejor (37 ciclos), y al final volvió a frecuencias inusuales para el americano (41-43), que no le permitieron hacerse con la victoria. Una táctica muy típica de alguien con poca experiencia en esta distancia o con una forma física baja que quiere jugar a impresionar a sus rivales.

Pero es que sus rivales no fueron como hasta ahora buenos nadadores, sino que tanto Ryan Lochte como Paul Biedermann han crecido como deportistas. En una prueba de 200 libres siempre hay alguien que marca la iniciativa y es relativamente sencillo dejar que ese nadador haga la primera parte de la prueba para atacarle a partir del metro 75. Eso es exactamente lo que hizo Lochte, pletórico de forma, mejoradísimo psicológicamente y ansioso de victoria. El tercer largo sirvió para dejar las cosas claras, porque esta vez el final del Phelps no fue muy superior al de sus rivales.

En resumen, Phelps ha descuidado un poco el control de la competición al centrarse en mejorar su velocidad. Lochte ha pasado de ser un buen nadador a ser excepcional, y Biedermann sigue asimismo un camino ascendente.

Si estos mundiales son preparatorios para los próximos Juegos Olímpicos y si se confirma la vuelta del torpedo australiano, el año que viene podremos ver un emocionante espectáculo en Londres.