El cazador tumbó al pistolero

mariluz ferreiro REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Andy Schleck gana en el Galibier tras atacar en el Izoard y Contador cede casi cuatro minutos

22 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

A sesenta kilómetros de la cumbre del Galibier, el Tour se rompió. Andy Schleck lanzó un ataque a la antigua usanza. No esperó al último coloso, al monstruo sagrado. Se marchó en el Izoard, cuando faltaban cuatro kilómetros para la cima y sesenta para la meta. Alberto Contador y Cadel Evans no contestaron. El movimiento del fugado se convirtió en un viaje sin escalas intermedias. Solo conducía a la gloria o al suicidio. Y Schleck avanzó hacia la gloria en un escenario grandioso, con una de esas cabalgadas de otros tiempos que convierten el ciclismo en un wéstern y que dejan huella más allá de la estadística. Para él fue la épica y el primer triunfo en el Galibier. Para Contador, la derrota, el adiós a la grande boucle. Entró a 3 minutos y 50 segundos del vencedor. El reinado del madrileño se quiebra. Thomas Voeckler mantiene el liderato. Y los Schleck cambian de pareja de baile. Cadel Evans es ahora la sombra en su horizonte parisino.

El cazador tumbó por primera vez al pistolero. Schleck, aficionado a las batidas cinegéticas, ayer se cobró su presa, al ciclista que celebra sus victorias con un disparo imaginario. Quizá el luxemburgués adivinara la debilidad de Contador en el Agnel, el primer puerto del día. El español ya viajaba entonces en el furgón de cola.

Pero fue el Izoard el lugar elegido. El Leopard había enviado por delante a Postuma y a Monfort, dos anclajes para apoyar el ataque. Schleck llegó a la cima con poco más de dos minutos de ventaja. Sorprendentemente, en el llano la brecha se abrió. Monfort tiró de su líder. Pero fue el propio jefe de filas del Leopard el que dio gas a la fuga. Otro atrevimiento contra las matemáticas.

En el Galibier, Evans pidió ayuda a Voeckler, que contaba con Rolland como escudero. Pero el líder se negó. Más tiempo perdido. La ventaja rozó los cuatro minutos y medio. El abismo. Contador se mantenía en un sospechoso segundo plano. Y Evans, acostumbrado a usar la rueda ajena como brújula, tuvo que tomar las riendas a 12 kilómetros del final. Inició una particular cronoescalada con sus rivales a cuesetas. Solo entonces comenzó a reducir diferencias con Schleck. El australiano mantuvo vivo el Tour. Parecía saldar así deudas pendientes con el ciclismo.

Al ritmo de Evans subía cómodamente Frank Schleck, libre de cargas. Cedía primero Samuel Sánchez y se escapaban sus opciones de podio. Y, a tres kilómetros, perdía el paso Contador. Evans, Basso, Voeckler y el mayor de los Schleck giraban la cabeza para ver con sus propios ojos que realmente se estaba derrumbando el corredor que había ganado las últimas seis grandes vueltas en las que había participado.

No todo está dicho. El pelotón afrontará hoy otra etapa temible, pero de corte muy distinto a la de ayer. Serán 109,5 kilómetros entre Modane y Alpe D?Huez. Camino del gigante de las 21 curvas se ascenderá de nuevo el Galibier, pero por la cara norte, la más dura, que incluye la subida al Télégraphe. Los Schleck necesitan ganar margen sobre Evans y solo tienen esta oportunidad, su último día de alta montaña. Deben alejar al australiano antes de mañana, de la crono de 42,5 kilómetros que dictará sentencia en Grenoble. Será un ahora o nunca en el Alpe D?Huez.

Voeckler mantiene el liderato y Evans se confirma como el gran rival de los luxemburgueses