Por delante, la parte más dura del puerto que enfilaba hacia el santuario de culto y peregrinaje para devotos de todas las partes de Italia. El Acqua e Sapone volvía a trabajar en cabeza, imponiendo su marcha. Los favoritos, encantados de la vida, sin gastar fuerzas.
Era el momento de los anónimos con arrojo.
Salió De Clerq a 6 kilómetros de la cima. Montevergine de Mercogliano es un puerto tendido que no hace estragos, aunque incluye pendientes del 10 por ciento. El belga sumó 25 segundos de ventaja y nadie le volvió a ver el pelo hasta la meta. Trataron de amargarle la fiesta el venezolano Carlos Ochoa (Androni) y el italiano Stefano Pirazzi (Colnago), pero claudicaron entre la multitud.
Solo quedaba rascar las migas de las bonificaciones. Los Lampre arrancaron, Scarponi se fue a por De Clerq y, cuando parecía que le iba a pasar por encima, la raya de meta ya había designado vencedor al joven del Pharma. Fue quien arriesgó y lo buscó. El lobo italiano no se comió al cordero belga.
Mañana se disputa la octava etapa, entre Sapri y Tropea, de 217 kilómetros de larga llanura y sin dificultades orográficas.
Oportunidad única para los esprinters la víspera de la etapa del Etna.